Una guerra de palabras entre Rusia, por un lado, y Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania, por el otro, en torno al despliegue de drones sobre Ucrania, ha desencadenado una consecuencia imprevista: una nueva crisis alimentaria mundial.
Las potencias occidentales pidieron a fines de octubre a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que verificara si los drones iraníes se estaban utilizando de forma ilegal, en violación de la resolución 2231 del Consejo de Seguridad de 2015, que respaldó el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, en inglés) sobre el controvertido programa nuclear de Irán.
Pero Irán ha negado haber suministrado vehículos aéreos no tripulados (Vant) -o drones- a Rusia. Moscú también lo ha desmentido.
El primer representante permanente adjunto de Rusia ante la ONU, el embajador Dmitry Polyanskiy, insistió el 29 de octubre en que los drones utilizados en Ucrania eran de fabricación rusa, no iraní.
También advirtió al secretario general de la ONU, António Guterres, y a su personal de que no participaran en ninguna “investigación ilegítima” sobre los drones utilizados en Ucrania.
Y Rusia dio un paso más, y adelantó que reconsideraría su cooperación con la ONU en la Iniciativa de Granos del Mar Negro, prohibiendo así las exportaciones de grano de Ucrania.
Ello cristalizó el lunes, cuando Moscú oficializó su retiró del acuerdo, amenazando la seguridad alimentaria en todo el mundo. Hasta el 30 de octubre, el total de cereales y otros productos alimentarios transportados desde los puertos ucranianos, en el marco de la Iniciativa, sumaba 9,6 millones de toneladas. Sin embargo, ya se reanudaron las exportaciones.
La interrupción de los suministros hizo que los precios subieran aún más y contribuyó a una crisis alimentaria mundial. La Iniciativa de Granos del Mar Negro, promovida por las Naciones Unidas y Turquía, se creó para poder reiniciar las vitales exportaciones de alimentos y fertilizantes de Ucrania al resto del mundo.
Ucrania, uno de los mayores exportadores de grano del mundo, suministra normalmente unos 45 millones de toneladas de grano al mercado mundial cada año. Pero, tras el comienzo de la guerra, se acumularon montañas de sus cereales en los silos, Esto contribuyó a un aumento del precio de los alimentos básicos en todo el mundo. Junto con el aumento del coste de la energía, los países en desarrollo se vieron al borde del impago de la deuda y un número cada vez mayor de personas se encontraron al borde de la hambruna.
El 22 de julio, la ONU, la Federación Rusa, Turquía y Ucrania acordaron la Iniciativa de Granos del Mar Negro, en una ceremonia de firma en Estambul.
Según informó en septiembre el Programa Mundial de Alimentos (PMA), con sede en Roma, el mundo se enfrenta a una crisis mundial del hambre de proporciones sin precedentes.
En solo dos años, el número de personas que se enfrentan a la inseguridad alimentaria aguda, o que corren el riesgo de padecerla, ha pasado de 135 millones en 53 países antes de la pandemia a 345 millones en 82 países en la actualidad.
Alimentada por los conflictos, las perturbaciones climáticas y la pandemia de covid, la crisis se está agravando a medida que la guerra en Ucrania eleva los costes de los alimentos, el combustible y los fertilizantes. “Nos encontramos en una encrucijada crítica. Tenemos que estar a la altura del reto de satisfacer las necesidades alimentarias inmediatas de la gente, y al mismo tiempo apoyar programas que construyan resiliencia a largo plazo”, dijo el PMA.