Las elecciones de este año en Colombia tienen un componente adicional que viene in crescendo en los últimos años: la multiplicidad de nuevos partidos políticos. Estas asociaciones de interés púbico hacen parte de nuestra democracia, pero cuestan plata, y mucha. Por eso, en medio de un déficit fiscal como el que venimos afrontando en el país en los últimos tiempos, es bueno que no se nos olvide para que les hagamos veeduría constante.
Gracias a la sentencia 257 del 2021 de la Corte Constitucional, que tuvo como ponente al magistrado Jorge Enrique Ibáñez Najar con la cual se revivió El Nuevo Liberalismo, participarán en los próximos comicios varios partidos más. En dicho texto, la Corte explicitó en el séptimo punto del Resuelve que la decisión beneficiará a aquellos terceros que así no hayan participado en la tutela de los Galán, pero que compartan circunstancias comunes, tendrán los mismos derechos para revivir sus partidos. Gracias a ese punto, acaban de resurgir los partidos Salvación Nacional y Oxigeno Verde. El primero, el movimiento del inmolado líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, que igual que los Galán con El Nuevo Liberalismo, sus familiares decidieron revivir y el segundo el de la excandidata presidencial secuestrada por las Farc, Ingrid Betancourt. Sumando esos movimientos, tenemos tres nuevos partidos en el panorama electoral, sin contar con el del senador Jorge Enrique Robledo que se autorizó en abril del año pasado después de que se escindiera del Polo Democrático.
Revivir la personería jurídica de estas organizaciones implica muchas cosas, pero una de ellas son los recursos económicos que les corresponden. Según la ley 1475 del 2011 que regula la organización y funcionamiento de los partidos políticos en Colombia, el 10% del presupuesto destinado al Fondo Nacional de Financiación Política se debe repartir en partes iguales entre todos los partidos o movimientos con personería jurídica. Es decir, cada una de estas nuevas organizaciones contará con un presupuesto de base para su funcionamiento.
Ni más faltaba que no fuera así, la democracia cuesta plata, y las expresiones representativas de los intereses de los ciudadanos para transformar los destinos de la nación necesitan financiamiento. Sin embargo, es importante ponerles los ojos encima y no desfallecer en ello porque hemos visto muchos que terminan representando los intereses o egos de algunos de sus miembros y que lo único que buscan es tener protagonismo en el escenario político para poder transar y favorecerse. De ahí la mala imagen que tiene el gremio entre los ciudadanos, todas las encuestas muestran la enorme desaprobación que tienen, dándole así espacio a propuestas populistas y bastante exóticas que empezamos a presenciar.
En Colombia somos expertos en ver nuevos y viejos partidos políticos que terminan amangualados bajo intereses burocráticos sin representar absolutamente nada ni a nadie. Por eso, si los vamos a financiar, que sea para tener un debate rico de ideas en donde las ideologías políticas difieran, se enfrenten y enriquezcan la democracia. No tiene sentido tener más personerías jurídicas que sólo gastan plata para que terminen siendo barristas del gobierno de turno ya sea un líder autócrata o autoritario porque lo único que les interesa es la burocracia. ¡Así que a vigilarlos!