La democracia que quiere Petro | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Febrero de 2023

Mañana 14 de febrero es el día en el que se dará la inusual marcha convocada por el Gobierno, pues no es habitual que las manifestaciones sean organizadas por aquellos que están en el poder. A la calle saldrán ciudadanos que se sienten llamados a respaldar, discutir y socializar –según lo han dicho– las reformas sociales que propone el presidente.

¿Por qué marchar en un momento tan prematuro de la discusión, cuando no se conocen todos los textos de las reformas? Por una sencilla razón: Petro busca iniciar el proceso hacia la instalación de un nuevo modelo de democracia.

La semana que termina tuve la oportunidad de entrevistar al expresidente de Ecuador, Rafael Correa, a propósito del triunfo en las elecciones regionales de su país. Como el discurso del correísmo tiene varias coincidencias con el de Petro, decidí preguntarle por las marchas de mañana, pues sabía que su respuesta me daría algunas luces sobre el propósito real del presidente colombiano convocando gente a las calles. Me es difícil creer que el fin último sea presionar al Congreso para aprobar sus reformas. En realidad, el objetivo va mucho más allá y el exmandatario ecuatoriano me lo supo explicar.

Al responderme, Correa se remontó a los orígenes de la democracia moderna, argumentando que los aportes de Montesquieu en torno a la doctrina sobre la separación de poderes y la democracia representativa estaban caducos y había que actualizarlos. Los desafíos que impone la nueva realidad digital llevan a que tengan que evolucionar los sistemas políticos haciendo que la comunicación entre mandatario y pueblo sea directa, obviando a sus representantes. No se necesita Legislativo, las decisiones las toma el pueblo y las ejecuta el líder. El presidente es el llamado a interpretar lo que dice la ciudadanía en las calles, y ya no deben ser varios hombres y mujeres los que, a través de su representación, expongan lo que quieren sus votantes. Es un solo individuo, en este caso Petro, el llamado a decidir.

Si bien desde hace varios años se viene discutiendo en la Ciencia Política y el Derecho los beneficios de la democracia deliberativa, pues da mayor participación a los ciudadanos y sus comunidades en las discusiones, los riesgos son evidentes. Primero, porque está diseñada para grupos pequeños, no para países enteros; segundo, porque la posibilidad de caer en una autocracia es evidente; y, tercero, porque destruye cualquier institucionalidad.

Dejar en manos de una sola persona la interpretación de lo que quiere el pueblo, es lo más parecido a una secta en donde un ser divino es el único llamado a decidir lo mejor para la ciudadanía. Es la forma de saltarse la división de poderes: a través de hordas de manifestantes presionando que sea solo un individuo el que decida por ellos.

El llamado a las calles de mañana es un ejercicio en el que se busca probar estos postulados ¿Logrará el presidente Petro hacerlo? O más bien ¿Dejarán los ciudadanos que decida solo un hombre por ellos? Instaurar este nuevo sistema no es sencillo, pues habría que acabar con toda institucionalidad. En ese orden de ideas, la convocatoria del 14F es la cuota inicial en ese objetivo. Sabe el presidente Petro desde su posesión, y lo ha dejado claro en discursos, trinos y declaraciones, que su gobierno será el del cambio y este cambio trae consigo la intención de transformar el sistema político en el que vivimos.