El malestar de la opinión pública crece en todas las regiones y clases sociales. Así lo demostraron las elecciones pasadas y se constata al revisar las últimas encuestas, que señalan cómo crece el rechazo a la gestión de Gustavo Petro, al punto que su apoyo ha caído al 26%. Eso contrasta con los millonarios gastos oficiales en publicidad, los continuos desafíos en las plazas invitando al pueblo a salir a las calles, en los que el oficialismo intentaba hablar a nombre de las masas y el gobernante las invitaba a rebelarse, en un intento de fomentar la lucha de clases.
En realidad, muchas de las gentes que votaron por Petro en la contienda presidencial lo hicieron en cuanto no se sentían atraídas por los dos candidatos de las fuerzas tradicionales, al tiempo que el discurso un tanto moderado del izquierdista, durante el último tramo de la campaña les atraía más. Así que le dieron la alternativa y ganó.
Si Petro hubiese informado a la población que pensaba abolir el sistema de salud, que, casualmente, con todos sus eventuales defectos había servido para vacunar a la gran masa de colombianos contra el covid, habría perdido muchos votos. Lo mismo que si hubiera explicado a los pobladores del campo, que sufren por años los ataques de los violentos, así como las extorsiones y amenazas de todo tipo, s, que pactaría con esos grupos y limitaría un tanto la acción de las Fuerzas Armadas, la mayoría de esas gentes lo habría rechazado. Lo cierto es que el candidato Petro, estuvo más bien y relativamente moderado en una parte de su campaña, en tanto los partidos tradicionales descuidaban el cansancio de la población de votar durante décadas por los mismos y las mismas.
Al mismo tiempo, con el cuento que le habían vulnerado sus derechos, para inhabilitarlo políticamente se mostraba como víctima. Además, tenía a su favor el hecho que desde que se firmaron los acuerdos de paz entre el M-19 y el gobierno nacional, ni Petro ni ninguno de los jerarcas de esa fuerza subversiva volvieron a empuñar las armas.
Fuera de eso, la debilidad de los partidos tradicionales y del mismo uribismo, como el sistema para escoger los candidatos y la multiplicación de partidos y fábricas de avales, atomizan las fuerzas del orden, dejando un boquete de gentes dispersas y sin partido, como de jóvenes simpatizantes del cambio que votaron por Petro.
Sectores como la primera línea, que tuvieron tanta figuración popular, en gran medida actuaron estimulados por dádivas diarias del petrismo. Esos mismos, cómo después el gobierno no les cumple, tampoco votaron de nuevo por los agentes de Petro en las pasadas elecciones de mitaca. Incluso sectores de izquierda afines a Petro, dueños de varias ciudades no lo acompañaron, ni apoyaron a sus candidatos. Por eso, perdió.
Además, la caída del mandatario en las encuestas tiene que ver directamente con su política de pactar con los violentos la creación de una suerte de frontera difusa, la cual las tropas del gobierno no pueden traspasar, dado que agentes suyos negocian la paz total. Sistema que ha derivado en un fortalecimiento gigantesco y peligroso de los grupos alzados en armas, que multiplican los asaltos, atentados y ataque contra los militares y la población civil.
Por si lo anterior fuese poco, las masacres aterrorizan las regiones y nos enteramos que tanto al ejército como a la policía les han mermado los recursos básicos para movilizarse, incluso de naves que han sufrido accidentes por cuanto no habían recibido el debido mantenimiento por falta de fondos. Y cada día crece el número de cuantos lamentan la poda a que viene siendo sometido el ejército, en tanto se entregan los servicios de inteligencia a asesores foráneos, así como los nuevos oficiales que llegan a los cargos no cuentan con los conocimientos ni el apoyo que necesitan entre sus superiores.
Es tal el desprestigio del gobierno en los cuarteles que tanto el presidente de la República como su ministro de Defensa suelen ser chiflados en los actos oficiales, como en los estadios. En tanto el gobierno dice que no comprara más aviones de combate, algo que sorprende en cuanto por el crecimiento de los violentos y su predominio en gran parte del territorio nacional, es preciso incrementar el poderío aéreo o, de lo contrario, ante la impotencia de la aviación militar, se abriría el abismo para que prosperen repúblicas independientes en varias regiones del país.
Al parecer, ya cumple el señor presidente Gustavo Petro con el récord de ser el gobernante que en menor tiempo ha hecho más viajes al exterior y el que más ha gastado recursos oficiales en los mismos; incluso en el último paseo se llevó más de 300 viajeros, por los que se pagaron de gastos sumas millonarias, sin que beneficie eso a Colombia, fuera de servir de comité de aplausos del vanidoso mandatario.