La hispanidad en América | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Octubre de 2024

La presidenta Claudia Sheinbaum, mexicana por accidente, intentó un desplante al Rey de España, Felipe VI, al hacer público que no lo invitaría a su posesión y que debía pedir perdón por los europeos que arribaron a México en tiempos de los Reyes Católicos y Cristóbal Colón. El Rey Felipe VI, le responde de manera tranquila y protocolaria que España no existía en el momento del descubrimiento. Como se sabe, Castilla y León estaban gobernados por los reyes católicos y pasarían varios siglos para que los Borbones sucedieran a la casa de Trastámara en el poder para reinar en España.

El famoso almirante Cristóbal Colón, era genovés, quien como jefe de esa pequeña armada de tres carabelas que sale a descubrir el camino de la seda, entra al servicio de Castilla y de Isabel la Católica. Sus hazañas conmueven al mundo, puesto que, con la espada y la cruz, entran a los dominios del Imperio Azteca y otros más, donde predominan, como eran tan pocos los recién llegados, se produjo una sorpresa mundial.

Es del caso recordar que esa empresa de valor y audacia por cuenta de un puñado de aventureros que se apoderan de un imperio de millones de seres, no habría sido posible sin la ayuda del elemento local. Y para los que conocen del asunto, es verdad que, sin la espada, armas de fuego, el caballo y el temple de los aventureros que se denominaron conquistadores no se habría producido el derrumbe Azteca. Lo que se explica por la ayuda que prestaron diversas tribus sometidas por la fuerza a los recién llegados, que se incorporan atraídos por la Malinche, una princesa indígena aliada a los guerreros de Cortez, que consigue la liberación de los suyos.

Es así como gracias al apoyo de descontentos locales sucumbe el imperio, donde se enseñan densos conocimientos de astronomía, al mismo tiempo eran dados a los ominosos sacrificios humanos, en especial de jovencitas con miras a calmar a los dioses. A su vez. los viajeros que arriban de Europa en ese momento son en su mayoría simples comerciantes, buscadores de fortuna y marinos, más algunos veteranos de la guerra de liberación en España, que actúan aliados a los guerreros indígenas locales que siguen a la Malinche: luego, también, fueron libertadores. Y como la local era una cultura mágica, por leyendas antiguas, consideran a los guerreros a caballo como seres míticos. No fueron tantos los guerreros ni los aborígenes que cayeron por la espada enfrentados a los europeos, parece que muchos murieron por cuenta de las enfermedades que les contagiaron los viajeros, un africano con gripe causa treinta mil muertos en México.

Esa es una hazaña que se repite en el resto de América, por miles y miles de kilómetros por donde se extiende la acción de los hispanos, la cual va estar limitada por las severas leyes de Castilla y las disposiciones reales a favor de los indígenas, que para su época apenas se explican por el influjo moderador del cristianismo. La reina Isabel es contraria a la esclavitud de los indígenas, pronto surge todo un sistema legal a favor de los mismos, que se profundiza por cuenta de Carlos V, que convoca a un congreso de sabios en España, donde el padre Vitoria defiende a los indígenas, dando origen a la famosa defensa de los derechos de los más débiles o derecho de gentes. Jamás, antes, ningún vencedor había sido tan generoso con el caído.

El sistema de expansión de Castilla se diferencia del practicado por los ingleses en lo que hoy son los Estados Unidos, donde se elimina a gran parte de la población aborigen. La historia de la humanidad está plagada de guerras locales primitivas que dan lugar a grandes cambios y el predomino por la espada y la visión política de unos sobre otros, tanto en Asia, como en Europa, África e Hispanoamérica.

Así que Castilla con las VII Partidas, con la religión católica, con Quevedo y Cervantes, con notables poetas, guerreros, comerciantes y colonos, crea por extensión de Occidente un Nuevo Mundo. Y la expansión sigue con los herederos criollos en la Nueva Granada, como en el resto del Imperio. El pueblo antioqueño entre nosotros, principalmente, avanza con la colonización de tierras y selvas donde hoy se levantan aldeas y cabildos de talante hispánico.