La hora de las energías alternativas | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Octubre de 2018

“Tendencia en el mundo y Colombia avanza en esa misma dirección”

La energía es el hilo conductor del desarrollo económico y social. Así como en el siglo XX se impusieron las fuentes de energía primaria de origen fósil, en el siglo XXI se vienen imponiendo las fuentes no convencionales de energías renovables. Esta es la tendencia en el mundo entero y Colombia avanza en esa misma dirección.

El país había dado el primer paso en el 2001 con la expedición de la Ley 697 para promover el uso racional y eficiente de la energía. El Congreso de la República aprobó la Ley 1844 de 2017 ratificando el Acuerdo de París. Colombia promovió los ODS y los adoptó y adaptó a través del Conpes 3918 de 2018, al tiempo que se comprometió a reducir sus emisiones de GEI en un 20% para el 2030.

Con la expedición de la Ley 1715 de 2014, de la autoría del senador Name y con nuestro apoyo desde el MME, Colombia dio un paso decisivo en la dirección correcta. Los tres ejes fundamentales de esta Ley son: la reconversión de la matriz energética, promoviendo las Fncer, la eficiencia energética, en la cual jugará un papel preponderante el usuario del servicio de energía, que dejará de ser un agente pasivo de la cadena para interactuar con el operador de red y la reducción de las emisiones de GEI.

En su avance, tanto en su reglamentación como en su implementación, la Ley ha enfrentado la resistencia al cambio. Es el caso del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, quien afirma que “los motores eléctricos no se han terminado de inventar”. Y resulta que la Volvo, proveedor del Sistema de transporte masivo en Bogotá, ha anunciado que a partir del 2020 no volverán a fabricar motores de combustión interna.

Tampoco tiene razón cuando aduce que incorporar esta alternativa a la flota de articulados elevaría los costos, lo que obligaría a subir el precio de los pasajes a sus usuarios. Está establecido que un bus con motor eléctrico, gracias a la mayor eficiencia energética de este, recorre un 85% más de distancia que aquel que opera con motor diesel con el mismo consumo de energía equivalente.

Por su parte, algunas de las empresas generadoras, como es el caso de EPM de Medellín, se muestran reacias frente a la alternativa de las energías no convencionales. Es así como su gerente Jorge Londoño le pidió al Gobierno “respetar la neutralidad tecnológica y que sea el mercado el que revise las mejores opciones y escoja”. Están equivocadas. En Colombia la electricidad participa a duras penas con el 17% del consumo final de energía; a guisa de ejemplo: la industria en Colombia depende en un 80% de las energías de origen fósil, supremamente contaminantes. Por lo tanto, el reto es electrificar la economía y de esta manera habrá espacio suficiente para todos, tanto para los actuales como para los nuevos jugadores que entren al mercado.

 

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