“Con él podemos entrar en un diálogo sincero y respetuoso”
HACE unos días, el papa Francisco se reunió con un grupo de docentes y habló de la importancia de la educación, como gestora de la creatividad de los estudiantes y como lugar desde el cual se logra la madurez del actuar del futuro profesional. Precisamente, de ese discurso, me gustó esta frase: "Para educar hay que buscar integrar el lenguaje de la cabeza con el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos. Que un educando piense lo que siente y lo que hace, sienta lo que piensa y lo que hace, haga lo que siente y lo que piensa".
Esto tiene que ver con el apoyo del humanismo como eje transversal en la formación de los universitarios. Pensando en estos temas, encontré que acaba de ser publicado el cuarto libro de Iván Duque Márquez “El Humanismo Importa”; tuve la duda de comprarlo, ya que la mayoría de políticos lanzan sus obras sólo como objetivo propagandístico, pero, en las primeras páginas aparece el compromiso de entregar las regalías de esta abra a la Corporación Matamoros, así que lo adquirí y me sorprendió encontrar aquí una selección de columnas publicadas por Duque entre 2009 y 2013, cuando tenía mucho más tiempo e idealizaba lo que ahora debe enfrentar a diario, entre ellos, las distintas coyunturas sociales, económicas, políticas y culturales de un país tan complejo como lo es Colombia.
La obra del actual Presidente, se aborda desde un hilo común, la importancia del humanismo en la cultura de un país, en la vida política de una nación, en la defensa de la democracia, así como de la verdad y de las libertades, que requieren poner en el centro de cada uno de los debates al ser humano, con el desafío de tener la capacidad de ser empático con el otro, algo que hoy en día le es difícil al autor, no obstante el mandato constitucional según el cual, el Presidente es el símbolo de la unidad de la nación.
Duque efectúa una reflexión, expresando que no podemos solamente educar para hacer inmersiones en tecnología y utilización de lo digital, sin que hagamos una conexión estrecha con el humanismo, lo cual es la verdadera garantía para hacer una innovación social, equitativa, que busque el crecimiento económico para cerrar brechas y que fortalezca nuestro sentido de lo humano y nuestra capacidad de reunir conocimientos para el beneficio de la sociedad y el crecimiento de las comunidades.
Así, el humanismo importa, porque únicamente desde una reflexión centrada en el ser humano, se puede valorar el poder transformador del poder de la cultura, e incluso del diálogo interreligioso, como el que Duque, en el capítulo 71 de su libro, narra, en lo referente al libro “Sobre el cielo y la tierra”, que contiene los diálogos entre el, por entonces, Cardenal arzobispo de Buenos aires, Jorge Mario Bergoglio y el Rabino Abraham Skorka, para mostrarnos la importancia del consenso entre los seres humanos, incluso entre quienes poseen diferencias y convicciones distintas.
En realidad, el humanismo sí importa, ya que con él, podemos entrar en un diálogo constructivo, respetuoso y sincero, para poder edificar de esa forma los principios éticos que ojalá distingan a la sociedad colombiana en las próximas décadas.