“Amlo es el motor de la izquierda cuerda”
El presidente mexicano, López Obrador, siempre fue un aliado de Chávez y Lula da Silva. De hecho, su perfil ideológico y estilo de liderazgo han sido una mezcla de ambos.
Populismo solidario, demagogia institucional, nacionalismo identitario, neomarxismo funcional, mesianismo administrativo y redentorismo internacional.
Sin duda, una mezcla altamente explosiva que se multiplicó de modo insospechado cuando asumió el poder en el país más influyente del área centroamericana.
Incluso, llegó a pensarse que él podría convertirse en una especie de sensei del marxismo latinoamericano tras el vacío dejado por Chávez y Fidel ; vacío que, como es apenas obvio, no iba a llenarse nunca con los aportes de Evo, Maduro u Ortega.
En ese sentido, López Obrador pasó a ser percibido como un héroe del internacionalismo chavista cuando se inventó con Tabaré el Mecanismo de Montevideo.
Semejante montaje, destinado a aliviar el fardo que desde enero se ha visto obligada a cargar la dictadura venezolana, se percibió desde el principio como la antítesis de los esfuerzos de Trump, Bolsonaro y Guaidó por restablecer la democracia.
Aunque no prosperó, justamente porque se basaba en depositar en Maduro la confianza para asumir compromisos mediante el diálogo transparente, la iniciativa le confirió a López un cierto estatus de vocero natural de la izquierda latinoamericana.
En otras palabras, los extremistas que quieren perpetuar en el poder a Morales, que veneran a Rosario y Daniel en Managua, que claman por el retorno de Cristina en Buenos Aires y que exaltan la alianza entre Maduro y las Farc-Eln, quisieron convertir al mexicano en la punta de lanza del colectivismo antiimperialista.
Pero, dando muestras de que su populismo no llega al extremo de caer en manos de esa tropelía, López supo exactamente lo que tenía que hacer cuando Trump le pidió que hiciera su mejor esfuerzo para ayudar a contener el flujo migratorio procedente del triángulo Guatemala-Honduras-El Salvador.
Así que en vez de caer en la confrontación con la Casa Blanca dejándose aupar por los vítores de los financiados por Soros, López decidió cooperar y fortalecer la alianza con los Estados Unidos.
Por supuesto, él hubiese podido caer en la guerra de los aranceles con Washington, afectando a las industrias sobre las que descansan buena parte de las relaciones entre los dos países.
En cambio, López ha enviado tropas a la frontera sur para cerrarle el paso a la ilegalidad y ha asumido con entusiasmo su perfil como ‘tercer país seguro’, o sea, aquel que aloja a los demandantes de asilo para reducirle a Washington esa creciente presión. O sea que, en la práctica, López Obrador sí ha pasado a ser el motor de la izquierda continental.
Pero de la izquierda cuerda, esto es, aquella que rechaza el terrorismo, las dictaduras, el crimen organizado y la rebelión basada en las drogas, la persecución y la desinformación.