Los ‘falsos positivos’ han sido un buen pretexto para descalificar la política de Seguridad Democrática y tratar de desmontarla en su momento, satanizarla hoy y vengarse de su artífice. Además, el asunto se ha apoyado en medias verdades y absolutas mentiras, tejiendo un manto de dudas entre las almas piadosas, que creen que el Ejército fue una pandilla asesina y el gobierno de Uribe un aparato criminal.
La inefable Piedad Córdoba decía, por allá en el 2009, que los ‘falsos positivos’ eran un delito nuevo, producto de la política de Seguridad Democrática de la administración de la época. Pero ya era público que la Fiscalía estaba investigando 1.708 casos de ‘falsos positivos’ ocurridos entre 1985 y mayo de 2009. Para más señas, un estudio del Cinep [ver aquí], publicado en octubre de 2009, manifiesta que en el periodo 2001-2009 hubo 940 víctimas. Por tanto, entre 1985 y el 2000 se habrían presentado 768 casos, lo que demuestra que los ‘falsos positivos’ no se originaron con las políticas del gobierno que arrancó el 7 de agosto de 2002.
Como fuere, alguien podría objetar que mientras en los 16 años del periodo 1985-2000 hubo 48 casos por año, en los nueve años del periodo de la Seguridad Democrática, 2001-2009, hubo más del doble, 104 por año. Sin embargo, hay que tener en cuenta la operatividad de las Fuerzas Armadas en ambos periodos. Una cosa es tener las tropas acantonadas con el cuento de que la paz solo es posible mediante el diálogo, y el mito de que la guerrilla es invencible a causa de nuestra accidentada geografía y la tupida vegetación, y otra, tener a las tropas a la ofensiva, forzando a los terroristas a no soltar el fusil ni para hacer sus necesidades, como lo reconoció el desmovilizado alias ‘Plotter’, en una entrevista, en la que precisó que las Farc solo estaban dedicadas a pasar el “chaparrón de Uribe”.
A no dudarlo, en la era Uribe hubo muchas más operaciones militares, más combates, más capturas, más entregas, más bajas en combate que durante cualquier otra administración. Pero esas mismas cifras sirven para demostrar que los ‘falsos positivos’ no fueron una política sistemática sino una actividad criminal de unos pocos que configura un acto de cobardía en el servicio con el fin de demostrar supuestos resultados operativos sin exponer el cuero.
En gracia de discusión, habría que decir que esos casos ni son todos los que son, ni son todos los que están. De hecho, ya la Fiscalía venía investigando algo más de 2.000 casos, y era previsible que la Justicia Especial para la Paz (JEP) los inflara. Incluso, se nos antoja que este malévolo tribunal se quedó corto: aumentó los casos solo a 6.402 cuando el cura comunista Javier Giraldo habla de 14.000. Recordemos que la JEP es una corte creada para exonerar a las Farc, como lo confiesa ‘Timochenko’ en un video, y los nuevos casos de ‘falsos positivos’ provienen de organizaciones profarianas que en el pasado han inventado hasta masacres para reclamar indemnizaciones. Además, falsos casos de ‘falsos positivos’ han sido desenmascarados, como lo hizo el periodista Herbin Hoyos con un caso ocurrido en Dabeiba, Antioquia.
Para finalizar, miremos unas cifras. Durante el gobierno Uribe se capturaron 36.363 individuos, entre subversivos, paramilitares y miembros de bandas criminales, cuyas vidas se respetaron. Si se querían privilegiar las bajas, ¿por qué no se asesinaron también? Igualmente, se desmovilizaron más de 50.000 bandidos que, en su mayoría, se les entregaron a las tropas. ¿Por qué los militares no los fusilaron para reclamar ascensos, condecoraciones, permisos y, supuestamente, dinero?
Según Medicina Legal, en el periodo 2001-2009 hubo 174.866 homicidios en Colombia; luego, 940 ‘falsos positivos’ representarían el 0,54%; y 6.402, casi el 3,5%. Ni un solo caso es aceptable pero, sin duda, lo que hay aquí es un turbio intento de manchar una tarea honorable.
@SaulHernandezB