Un colombiano que reside en los Estados Unidos visitó recientemente a Colombia. Venía con un poco de prevención por toda la basura que se comunica a diario de Colombia desde los medios de comunicación de nuestro país. Al cabo de unos días, realizando sus actividades profesionales, sintió que esa mala prensa es en gran parte obsesiva y perezosa. Lo uno porque vuelve una y mil veces y casi que con sevicia sobre los problemas de Colombia, innegables todos. Lo otro, porque poco y nada se interesa por las muchas cosas buenas que se dan en el país. Es muy fácil para un periodista pararse en el hall de ministerio de defensa o del ministerio de salud para hacer su cocinado de muertes, masacres, pandemias, etc. De mucho más empeño sería irse en busca de muchísimas personas que se toman la vida en serio y con responsabilidad en Colombia en los más diversos ámbitos y ocupaciones.
Por ejemplo, nuestro visitante quedó muy gratamente impresionado por la feria del libro, donde, reconoce, se ven empresas editoriales muy serias, autores de renombre y, sobre todo, infinidad de personas girando alrededor de ese objeto único y seductor que se llama libro. Quedó de nuevo deslumbrado por el paisaje boyacense y por ver el pacífico transcurrir de la vida real, no la burbuja sangrienta que nutre a los grandes medios, que se da en la mayoría de los municipios de la nación. Es como si nuestro visitante sí fuera capaz de ver en un viaje corto los millones de colombianos y colombianas que, sin alarde ni algarabía, hacen sus tareas diarias con gusto, con alegría y van progresando poco a poco. Y la verdad es que esa es la realidad de una proporción inmensa de ciudadanos de este país.
¿Que todavía falta mucho, muchísimo por hacer? ¿Qué duda cabe? Pero es innegable que los colombianos están y estamos bastante hastiados de que los grandes medios, como mercaderes de sangre y fuego, nos refrieguen todos los días en la cara lo que, si bien es parte de nuestra realidad, lejos está de ser lo de la mayoría. Y que además repartan esa torta inmunda por el universo entero. Según ellos aquí no hay sino narcotráfico, asesinos, ladrones, corruptos, violadores, miseria y otras realidades de la misma especie. Se escudan diciendo que ese es su deber, escribir, mostrar lo que en verdad es “noticia”. Pues les ha faltado el esfuerzo de convertir en noticia lo que ocupa a la mayoría de la gente de Colombia y que no es otra cosa que trabajar, estudiar, hacer vida de familia, construir en todo sentido, superar problemas. Un buen periodista debería ser capaz de convertir todo esto en buena nueva diaria.
A ratos me pregunto si nuestros grandes medios no están “secuestrados” por todos aquellos que están dedicados de lleno al mal y lo perverso. Son sus voceros infaltables… y gratis. Les tienen escenario, micrófonos, cámaras, cabinas, papel, todo para divulgar su maldad. Y después reciben premios por esa “noble tarea”. Hora de preguntarse si hay algo de patriotismo en eso de hablar mal de día y de noche de la “madre patria”.