“La electricidad (1600) y el motor de combustión interna (1863) comparten la medalla de oro de las invenciones más importantes de todos los tiempos” Robert Gordon
Como lo dijo recientemente el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, “hoy nos enfrentamos al momento de la verdad (…). las emisiones de la energía representan alrededor del 75% de las emisiones de GEI”, principales responsables del cambio climático. Y dado que el sector transporte representa el 19% de la energía que se consume en el mundo, la sustitución del motor de combustión por el motor eléctrico significará un enorme impulso a la demanda por electricidad hacia los próximos años. Según la Agencia Internacional de Energía, el 97% del crecimiento de la demanda de electricidad entre el 2013 y el 2030 corresponderá a la actividad del transporte.
En Colombia, específicamente, el transporte se destaca como el mayor consumidor de energía con el 36%, superando a la industria, que sólo demanda el 22%. En la medida que este es el sector con el mayor consumo de energía, del cual el 90%, es de origen fósil, al que se suma el crónico envejecimiento del parque automotor, son responsables, según el IDEAM, del 17% de las emisiones de CO2 en el país, amén del material particulado.
Podríamos decir que la estrategia de descarbonización del sector transporte, como parte de la transición energética en marcha en el mundo, debe combinar unas acciones de corto plazo, que tiene que ver con la mejora de la calidad de los combustibles, como se ha venido dando gracias al uso de la mezcla de los biocombustibles y a los esfuerzos de Ecopetrol en sus refinerías para entregar un mejor combustible, así como el consumo del gas combustible, considerado como el combustible – puente de la Transición energética, otras a mediano plazo que apuntan a la movilidad eléctrica y a largo plazo, definitivamente, el hidrógeno está llamado a ser el combustible del futuro.
Es un hecho que la Transición energética y la movilidad sostenible comenzaron en Colombia con la producción y el uso de las mezclas de los biocombustibles en el año 2005, reduciendo de esta manera las emisiones de 2.5 millones de toneladas de CO2 y 130 toneladas de material particulado anualmente.
No hay duda en que la Transición energética y con ella la movilidad sostenible son irreversibles, seguirán avanzando y terminarán por imponerse, sólo que Colombia lo hará a su propio ritmo, dadas las especifidades de nuestra propia realidad. No es lo mismo su desarrollo e implementación en los países avanzados, en donde la adquisición o renovación del parque automotor se hace con vehículos cero kilómetros, como suele hacerse, lo cual facilita y hace más expedita la transición que, en países de ingreso medio como Colombia, en donde el mercado de los vehículos usados es muy amplio y ello retarda el recambio de aquellos con motores de combustión por los automotores eléctricos.
*Miembro de Número de la ACCE
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