El Centro Democrático es un partido nuevo, en proceso de consolidarse como una opción real de poder para Colombia en el 2018. Desde su creación ha enfrentado varios retos, no solo oponerse a un Gobierno que cuenta con el apoyo mayoritario del Congreso, las altas Cortes, poderosos grupos económicos y grandes medios de comunicación. Oponerse a un acuerdo entre el Ejecutivo y las Farc implica un desgaste en términos políticos. La paz es una bandera políticamente correcta y electoralmente rentable, ante la cual no resulta fácil oponerse. No obstante, el Centro Democrático logró representar el sentir de la mayoría de los colombianos que expresaron sus reparos al acuerdo a través del No, en el plebiscito del 2 de Octubre.
Hoy, el Centro Democrático y los otros sectores promotores del No han planteado una coalición de cara a las elecciones presidenciales de 2018. Sus principales líderes, los expresidentes Uribe y Pastrana, han expresado públicamente la intención de llegar a la primera vuelta con un candidato único que les permita enfrentar a los candidatos cercanos al Gobierno y a las Farc, ofreciéndole una alternativa a los colombianos.
Por el momento, el Centro Democrático debe adelantar un proceso para elegir un candidato entre los cinco que han manifestado su intención: María del Rosario Guerra, Paloma Valencia, Carlos Holmes Trujillo, Rafael Nieto e Iván Duque. Óscar Iván Zuluaga y Luis Alfredo Ramos esperan resolver su situación judicial para definir si entran o no a la baraja de pre candidatos del uribismo.
La decisión del partido ha sido buscar el consenso entre los precandidatos para que, entre ellos, definan el mecanismo y los tiempos para elegir al candidato. La decisión, y el acuerdo al que se ha llegado, es buscar el consenso, un mecanismo que en lugar de dividir una, que genere el menor desgaste posible y que resulte más conveniente para el Partido y sobre todo para Colombia.
Pero más allá de si se toma una decisión por consenso -que sería lo más conveniente- evitando el desgaste al interior de la colectividad, tiene que existir el compromiso irrestricto de toda la militancia uribista de apoyar a quien resulte ser el candidato del partido. Es normal que al interior de un Partido -sin duda mayoritario en Colombia- existan diferencias, preferencias y tendencias. Pero eso no significa una fractura en el Centro Democrático -antes que nada- somos uribistas, más allá de los orígenes políticos que cada uno pueda tener.
Los ataques malintencionados a dirigentes tan importantes como Óscar Iván Zuluaga e Iván Duque le hacen daño al partido, contribuyen a generar una división que no existe y sirven de munición para los opositores. No podemos prestarnos para ese juego, todos vamos para el mismo lugar. Todos nuestros precandidatos son garantía para el país, para la democracia, la justicia y para el uribismo.
Es normal que, mientras se adelantan estos procesos, se formen apoyos alrededor de los precandidatos, eso hace parte de la vida natural de los partidos y de la democracia interna que los debe guiar. Pero eso no puede dar lugar a la guerra sucia, a los señalamientos, a los ataques personales. La unión nos hace más fuertes y al final, sea quien sea el candidato, lo importante es que #UribistaVotaUribista.
@SHOYOS