Entre 2015 y 2019, el Fondo Agropecuario de Garantías, FAG, pagó ¡$787.000 millones de pesos! por concepto de siniestralidad de la cartera del Crédito de Fomento, en una tendencia creciente y acelerada, desde 54.000 millones en 2015, hasta 252.000 millones en 2019.
En 2019, el 85% de esos incumplimientos, equivalente a $215.000 millones, correspondió a créditos fallidos de pequeños productores, casi igualando la cifra de nuevas garantías otorgadas a ese segmento durante el año, por $219.000 millones.
¿Qué está pasando? ¿Acaso los pequeños productores se embarcan en cuantías exorbitantes? No. Ese no es el problema. Los $215.000 millones reclamados al FAG durante 2019 por incumplimientos de pequeños productores, corresponden a 41.000 créditos, lo cual arroja un promedio simple que apenas supera los 5 millones de saldo impagado por deudor.
¿Acaso los campesinos son “malas pagas”? Tampoco. El problema no es de cultura de no pago. Por el contrario, el campesino tradicional, en medio de su sencillez y su pobreza, es devoto del valor de la palabra empeñada y el cumplimiento de sus compromisos.
La respuesta la expresé al desgaire en el planteamiento inicial: se trata de créditos fallidos, o mejor, de “proyectos fallidos” desde su origen; huérfanos de Asistencia Técnica Integral que garantice su viabilidad como criterio de aprobación, y su posterior ejecución exitosa.
Para muchos productores, la asistencia técnica se surte, cuando mucho, con una precaria visita de control de inversión, y listo. Así ocurre en la cartera de redescuento, administrada en un 79% por el Banco Agrario y refugio de los pequeños. En la sustitutiva, a los bancos no les interesa y a sus clientes menos, pues en su mayoría no son productores rurales.
Durante cinco años, Fedegán desarrolló un proyecto exitoso de “Gestión Crediticia” bajo el concepto de “Asistencia Técnica Integral”, con colocaciones que alcanzaron los 180.000 millones de pesos; un verdadero “acompañamiento” al productor, desde una caracterización inicial, diseño del proyecto productivo, estructuración del crédito cuando fuera necesario, control de inversión y seguimiento del proyecto hasta volverlo rentable. Así pues, mi convicción sobre este tema no es solamente conceptual, sino experiencial.
Y ¿cuál es el objetivo de la Asistencia Técnica Integral?: El inmediato es el aumento de la productividad. ¿Para qué?: para que el productor mejore su rentabilidad y su ingreso, pero no solo con la finalidad de que le alcance para pagar la deuda, sino con una de profundo sentido social, el verdadero objetivo: mejorar sus condiciones de vida y, para el caso del pequeño, convertirse en palanca para superar la trampa de pobreza y acceder al bienestar que le ha sido esquivo.
La Asistencia Técnica Integral, ligada al crédito de fomento, debe ser obligatoria y un servicio tercerizable a través de los gremios de la producción, como primer contacto con el productor, sin menoscabo del papel de las Empresas Prestadoras del Servicio Público de Extensión Agropecuaria (Epsea). Así concebida, está llamada a jugar un papel clave en la transformación del campo a través de la modernización productiva desde sus bases: los pequeños y medianos productores.
Es importante fortalecer el FAG y crear un Sistema Móvil de Garantías Agropecuarias, como instancias de aseguramiento frente a la ocurrencia de un siniestro; pero la mejor garantía para un crédito, y el mayor beneficio para el productor, es una Asistencia Técnica Integral que evite la ocurrencia del siniestro y le permita un mejor futuro.
Un proyecto viable financiado con crédito de fomento no es aquel que logra pagarle al banco; es aquel que logra transformar la vida del deudor.
@jflafaurie