La situación económica del país, el partidor de las campañas y el posconflicto son situaciones que golpean el bolsillo de los colombianos y, lógico, la delincuencia en todas sus frentes no cesa en sus empeños por timar a los ciudadanos de bien que desprevenidamente caen en sus redes, reconociéndose la extorsión como una modalidad criminal fácil de poner en práctica y sin mayores riesgos para la integridad de los delincuentes.
No obstante haber tratado en otras columnas la extorsión, pretendo refrescar la memoria de mis amables lectores, recordándoles algunas variantes utilizadas por los extorsionistas, donde representan como buenos comediantes roles de desmovilizados, miembros de la fuerza pública, activistas de grupos subversivos, familiares lejanos o amigos olvidados de grata recordación.
Veamos algunas características, su mayoría surtidas por teléfono, iniciando por la llamada intimidatoria, en la que los antisociales se comunican con la víctima y descaradamente le piden una suma de dinero por no atentar contra su vida, o la de un familiar. La sorpresa invade al ciudadano que no capta el timo, entrando en pánico e identificando como única salida el pago del dinero a cambio de su tranquilidad. Son numerosos las denuncias por esta modalidad. Una segunda estrategia la representa el hurto del vehículo para pedir remuneración por su devolución. Es una táctica fácil, pues solo es robar el vehículo y esconderlo en un lugar o parqueadero cercano, llamar al propietario pidiéndole el pago, acordar el lugar de cancelación y entregar las coordenadas del lugar de recuperación. Así estamos ante una negociación rápida y la víctima corre el riesgo de ser escamoteada y no recibir su vehículo una vez realice el pago. Por ello no es recomendable negociar con delincuentes e invito a instaurar la correspondiente denuncia.
Ahora demos paso a las llamadas desde cárceles, en su mayoría sorpresivas, donde se hacen pasar por miembros de una organización subversiva, exigiéndole bajo amenaza una gruesa suma de dinero para la organización, Estos presidiarios cuentan con cómplices al exterior del establecimiento encargados de hacer los cobros, cuando la víctima se deja sorprender y accede a pagar el impuesto. Estas llamadas generalmente se hacen al azar y cuando la víctima es renuente a la extorsión, baja la presión y no lo vuelven a llamar. No se puede dejar a un lado la comunicación haciéndose pasar por familiar pidiendo auxilio para enfrentar un problema judicial en el que no tiene arte ni parte, pero las circunstancias lo incriminan y necesitan algún dinero para salir del impase. Esta modalidad en muy usada y son escasos los ciudadanos que no han saboreado tal maniobra, que también se desarrolla como la anterior, al azar, sin que la negativa tenga presión futura. Son innumerables las estrategias y no podemos referirnos a todas, pero recordemos que la denuncia es importante para orientar las autoridades.