La sonrisa de Francisco | El Nuevo Siglo
Viernes, 8 de Diciembre de 2023

“De la abundancia del corazón hablan los labios” (Lc. 6,45), dijo el propio Jesucristo, cuando expresaba en preciosas palabras su profunda doctrina. He admirado, y sigo admirando más cada día, el ya amplio Magisterio del Papa Francisco, con su prudente actuar en medio de los tormentosos momentos en los que va adelantando su Pontificado, con ya 13 años largos. Pero documentos como su Carta Apostólica, a los Consagrados (as), en la Vida Religiosa (20-11-14), y en su libro “Te deseo la sonrisa” (30-10-20), son, en especial, fruto de su fe vivida como bautizado, y como quien ha profundizado el sentido de su propia consagración a Dios en la Vida Religiosa, en la connotada comunidad: “Compañía de Jesús”.

¡Cómo se percibe cuando al escribir se entrega el fruto de cuanto se está viviendo!  Que “se escriba lo que se siente, y se siente lo que se escribe”, reclama la sinceridad. He percibido esto en las páginas de este sencillo y fraterno Pontífice, y, al acercarse la Navidad, recomendar la lectura de este pensar de nuestro Hermano Mayor del Vaticano, pues es gozo espiritual que lleva a “recuperar sentida alegría”, fruto de celebraciones que lleven a vivir un aclimatado Cristianismo.

Cuando de palabra o por escrito se dice algo acertado se comenta: “Cada palabra es una idea”.  Es eso cuanto se percibe al leer cada una de los partes de estos escritos del Papa Francisco, y, de allí, se cumple su deseo de que sirvan, efectivamente, de “recuperación de la alegría”, según lo vive y recomienda el Pontífice.

Desde el “Prefacio” del segundo escrito, que se ve es de más reciente redacción, está este fraterno “deseo” que haya en el mundo “comunicativa sonrisa”, como la de los niños y gentes de Tailandia, y como sería la primera expresión del Niño Dios a sus padres María y José, y como se propicia en todo recién nacido. Todo esto ocurre con los apartes de las ocho bellas Secciones en las que dividió el libro, que culminan con acentos que lleven a “regalar la sonrisa”, con el aprecio de tantos verdaderos santos ocultos que viven a nuestro lado en alegría, en medio de la lucha de la vida.  Hay, así, seguridad de la llegada al Paraíso, con esta expresión: “Cojeando, pero entraré”. Siempre empinados en la fe que: “Quien nos pide todo nos da todo”. Conforta la firme afirmación: “Quien quiera que seas, puedes ser santo”, por ello: “no tengas miedo a la santidad”.

“Sin mi nada podéis hacer”, dijo Jesús (Jn. 15,5), y, enseguida S. Pablo agrega: “Todo lo puedo en Aquel que me da fuerzas” (Felip. 4,13), con lo que dará el gozo infinito de “encontrarse con Él, cara a cara” (I. Cor. 13,12). Para lo cual dice el Papa: “hay que dejarse querer de Dios”, y cuidar, en Cristo, las cosas de la vida, cuidar la creación que nos rodea, en “camino de verdadera felicidad”.

Para todo lo anterior, advierte el Papa en Sección Complementaria, es preciso vivir en ambiente de oración, comenzando con plegaria dirigidas a María, Madre de Jesús y Madre nuestra, con súplicas por la Madre Tierra, y por la humanidad, inspiradas en la fe y la esperanza. Culmina, el Papa, pidiendo súplicas por los pobres y desamparados, como Santo Tomás Moro, y con “acción de gracias por tantas bondades divinas”.

*Obispo Emérito de Garzón

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