Como lo vienen denunciando destacadas personalidades de la política y algunos juristas, lo de la Constituyente del gobierno anarco-socialista va en serio. Otros cronistas menos informados dicen que se trata de un ensayo retórico del gobernante para distraer la opinión. Algunos estiman que no podrá hacer nada, en cuanto los tiempos no le dan para seguir las normas, tal como lo exige la Constitución de 1991. Casi todos esos argumentos tienen algo de razón, más los mismos antecedentes de nuestra democracia, como el manejo y la interpretación de la séptima papeleta que dieron origen a los cambios constitucionales de 1991, en donde, dicho sea de paso, el proyecto del gobierno se descartó de entrada. Descartarlo fue la primera señal de independencia de la Constituyente de esa época. En eso de la Constituyente, no siempre el gobierno que la promueve puede garantizar que sea de bolsillo, en cuanto la votación es libre.
El escenario de la pasada presidencial fue sorpresivo: en medio de la honda crisis de los partidos tradicionales, liberal, conservador, como la primera fuerza, el candidato del Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga, hizo el extraño ejercicio de retirarse a dos meses de la contienda. Algunos exministros de Duque se movieron en la arena política sin conseguir motivar a las masas. Y, en ese momento, el entusiasmo por Federico Gutiérrez, ‘Fico’, se redujo a lo regional. Lo que quería decir que, con tantos políticos y personajes del establecimiento, no había uno que suscitara verdadero fervor. En tanto, el presidente Uribe, que había llevado la primera vez a Juan Manuel Santos a la presidencia, lo mismo que a Duque, no se le podía pedir que hiciera milagros. Por lo tanto, en medio de la honda crisis del establecimiento, apareció Gustavo Petro.
Más no llega de improviso, ni la izquierda lo saca del cubilete mágico. Venía de los mandos medios del M-19, así él diga que estuvo en la dirección, dedicado desde cuando esa agrupación terrorista firmó la paz, a la política. Era combatiente y agitador, nada más, según sus compañeros de lucha. Lo cierto es que se dedica a la política con ganas. Y cumple una labor destacada en el Congreso, siempre en la denuncia y al ataque. Luego se lanza a conseguir votos en Bogotá y llega a la Alcaldía, hace una gestión donde lo cuestionan por el manejo de las basuras, de la nómina y de la contratación, acertando en parte en la orientación de la empresa de teléfonos. El Procurador Alejandro Ordoñez destituye a Petro, orden revocada por un tribunal internacional.
A partir de entonces, Petro intensifica su tarea proselitista y decide aspirar a la presidencia de la República. Lo que parecía imposible, en tanto se mantuviste la coalición de los partidos de centro y de derecha. Más para ese momento, los partidos tradicionales se atomizaban y surgían otras fuerzas políticas.
El factor decisivo que debilita en extremo a las fuerzas democráticas es que el Régimen que denunciara Álvaro Gómez, sigue operando en casi todos los estamentos de la vida política y marginal, como es el caso del 70 por ciento de zonas del país que manejan las mafias y los violentos.
A partir del ominoso magnicidio de Gómez, el Régimen se queda sin contendor visible, lo que le permite expandirse entre casi todas las fuerzas políticas y engranajes del Estado, como de la subversión. Y desde entonces, a la política colombiana le falta algo de grandeza, más bien se revuelca en la mediocridad, con pocas excepciones notables. Eso es lo que aprovecha el gobierno, para tomar la iniciativa política con la pretensión de ir a una constituyente. Lo que olvida el gobernante es qué en la pasada campaña electoral municipal, sin grandes jefes, ni briosos oradores, ni arengas emotivas, hablando de los problemas locales e invocando el descontento ciudadano, las grandes ciudades del país atrajeron el voto de opinión a favor de la democracia y ganaron las elecciones, acabando con el mito de que Petro se había adueñado de las masas.
Encabezar la marcha sindical del primero de mayo, cuando el M-19 inicia sus crímenes asesinando a mansalva al líder sindical Raquel Mercado, no pasa de ser una horrible mascarada.