Perogrullo y la revaluación
Desde enero de 2010 el peso se ha revaluado más del 13% frente al dólar. Este año, casi el 9%. Por un dólar que recibe hoy un exportador colombiano le entregan $ 270,35 menos que hace dos años. Muchos dejan entonces de ser competitivos y desisten de exportar. Igualmente, un productor local que deba competir con productos importados se ve confrontado a una competencia que puede reducir sus precios de venta en Colombia en el mismo porcentaje. En ambos casos muchos tienen que dejar de producir y trabajadores deben ser despedidos, aumentando el alto desempleo. El país ve desaparecer, paulatinamente, sus industrias de exportación y aquellas para consumo interno que compiten con importaciones (bienes transables).
La revaluación, nos recuerda Perogrullo, se debe a una sobreoferta de divisas debida, principalmente, al incremento de la producción minera, (petróleo, carbón), cuyos precios internacionales han aumentado apreciablemente. Es la denominada “enfermedad holandesa.” por haber sufrido los Países Bajos un problema similar por sus exportaciones de hidrocarburos, hace algunos años.
Los países cuyas monedas se aprecian, como la colombiana, tratan entonces de devaluarlas, como han hecho los Estados Unidos por su gran déficit comercial o como Japón, Corea del Sur y China, entre otros, que, a pesar de tener grandes excedentes de exportaciones, quieren mantener su competitividad. En el caso chino la razón se encuentra en el deseo de absorber trabajadores desempleados y evitar conflictos sociales ya que si sus exportaciones disminuyen tendrían que cerrar puestos de trabajo. Otro factor importante es el ingreso de capitales especulativos, atraídos por altas tasas de interés locales y la expectativa de revaluaciones adicionales y préstamos externos que con la revaluación sería más barato pagar. Para mantener la competitividad mencionada, los Estados Unidos sostienen tasas de interés cercanas a cero y China compra enormes cantidades de dólares. Brasil, también con problemas de revaluación (8% este año) acaba de gravar con impuestos los préstamos del extranjero. ¿Qué hace Colombia? Sube cada dos meses sus tasas de interés, compra diariamente, pero temporalmente, la insignificante suma de US$ 20 millones (2% del promedio transado) y elimina restricciones a los préstamos del extranjero.
Esto parece absurdo y contra el Banco de la República nada han podido los gobiernos de Uribe y de Santos. Así como el lema de una escuela poética era “sacrificar un mundo para pulir un verso,” la de nuestro banco central parece ser “sacrificar la economía para cuidar la inflación.” Más le importa una centésima de aumento de precios que los desempleados que causa su política. Además de atribuir a la inflación males peores a los del desempleo, alega que la Constitución les fija como único objetivo controlar la inflación, lo que no es cierto, como lo reconoció la Corte Constitucional desde 1998 (Sentencia C-481) al afirmar que el Banco de la República debe ser consistente con las políticas fiscal, salarial y del empleo del gobierno.