Viviendas electorales
Ojalá que un país, nuestro país en particular, dispusiera de los recursos para darles vivienda digna a todos sus habitantes y no solo vivienda, también educación gratis y, especialmente salud gratis. Desafortunadamente las disponibilidades financieras de todos los Estados son limitadas. Incluso Arabia Saudita, con una población relativamente baja y con unos monumentales ingresos, no puede dar a sus ciudadanos estos beneficios. Menos Colombia. Ahora nuestro gobierno ofrece regalar cien mil viviendas a familias de estratos dos y uno. Si, como calcula el gobierno, el costo de cada unidad es de $ 40 millones, esto implicará un valor total de $4 billones ($4.000.000.000.000). Hay que tener en cuenta que no basta regalar los inmuebles, que los beneficiarios necesitarán también amoblarlos y pagar servicios públicos. El Ministro de Hacienda debe explicarnos bien esto.
Eduardo Sarmiento, en El Espectador del domingo pasado, pone de presente que, en realidad, lo que el gobierno está haciendo es cambiando las metas del Plan de Desarrollo donde se contempla que en cuatro años se deberían construir 560.000 viviendas de interés social, es decir, 140.000 cada año pero ahora, en lugar de que estas viviendas necesiten un aporte complementario de los beneficiarios, se entregarán 100.000 sin que éstos tengan que hacer esfuerzo alguno. Los subsidios parciales para las 140.000 contempladas en el Plan de Desarrollo irían a financiar las 100.000 gratis. No hay que ser psicólogo para saber que lo que se regala no se aprecia adecuadamente, lo que la sabiduría popular condensa en la frase, lo que no nos cuesta, hagámoslo fiesta. ¿Demagogia electoral preparando la reelección del actual Presidente en 2014 y la candidatura de Vargas Lleras en 2018? El Presidente, naturalmente, niega esto y dice que solo está copiando un exitoso programa que Lula implementó en el Brasil. De todas maneras, es claro que viviendas gratis generan más votos que viviendas para las que hay que hacer algún sacrificio.
Cuando el proyecto de ley respectivo sea discutido en el Congreso, nuestros representantes tendrán oportunidad de analizar la iniciativa oficial en detalle. Algunos aspectos merecen ser estudiados allí, por ejemplo, determinar en qué aglomeraciones urbanas se construirán estas viviendas. Todos los alcaldes querrán al menos algunas en sus municipios. ¿Por qué en Armenia, por ejemplo, y no en Mitú o en Uribia? Otro punto álgido es la asignación de las viviendas. No basta decir que se entregarán a los que estén clasificados en los estratos uno y dos. Allí hay varios millones de familias y, si todo sale bien, estarán disponibles solo 100.000. Estos dos puntos van a dar mucho para las intrigas de los políticos. No solo el gobierno central se beneficiará con los votos que genere este programa, sino también los políticos locales, aquellos en quienes recae el privilegio de determinar los beneficiarios del programa.