Litiasis del alma | El Nuevo Siglo
Viernes, 10 de Marzo de 2017

Tantos avances de la ciencia, tantas vacunas descubiertas y terapias que le sacan tarjeta roja a la muerte, y no hemos encontrado un antídoto contra la litiasis (lithos=piedra, iasis=enfermedad) del alma.

Estas piedras -no renales ni biliares, sino formadas y acumuladas en el espíritu- impiden gozar con las cosas buenas que le pasan a los demás; minimizan los triunfos ajenos, y  desacreditan ideas inteligentes, producidas en mentes libres y generosas.

Colombia es un país endémico para este tipo de enfermedades; nuestra primera causa de morbilidad sigue siendo la envidia, y hay quienes se ufanan de su propia mezquindad, y la esgrimen  como una bandera salpicada de sangre y clorox.

Algo se debe  tener muy oxidado, para que ante situaciones que tienden a construir  mejores personas y mejores sociedades, se prefieran las zancadillas a los abrazos, y los abucheos a los aplausos. Y no me refiero al disenso, positivo, respetable y edificante. Me refiero a la mezquindad -sórdido lenguaje de las mentes estrechas- que parece un buldócer alimentado con la gasolina de la mediocridad.

Dos casos recientes ilustran nuestra piedrología nacional: la crítica frente a las zonas veredales, donde siete mil ex combatientes que estaban en el monte fusil en mano,  están cumpliendo lo pactado, para vincularse a una vida legal, civil y desarmada.

De acuerdo: Hay falencias en estas zonas; pero ¿será justo que pese más lo imperfecto que el cuasi milagro de lo alcanzado?

Mejor que hubiera más acueductos y menos cambuches, y más ángeles que desertores. Pero ¿no merece felicitación la entrega de armas a la ONU? ¿No  produce alegría que los helicópteros que sobrevuelan Bogotá, estén filmando trancones citadinos, en vez de transportar soldaditos mutilados?

Segundo caso de nuestra piedrología: El programa Ser Pilo Paga ha beneficiado más de 30.000 muchachos con enormes recursos intelectuales y muy escasos recursos económicos; ellos están estudiando las carreras que eligieron, en  universidades acreditadas, escogidas libremente por cada alumno. Ojo: El programa  gira el dinero a la universidad que cada pilo escoge, no a la que el programa decida.

Buena parte de esa gran marea que llamamos “lo público”, se ha dedicado a desacreditar el programa, con un argumento que es cuchillo para el propio cuero: La mayoría del dinero que se gira por los pilos va a  universidades privadas; es decir, no llega a  las arcas públicas.

Listo. Entonces, en vez de zapatear, los indignados podrían preguntarse por qué los jóvenes bachilleres prefieren  ingresar a universidades como los Andes, el  Rosario, Javeriana, Autónoma de Bucaramanga, Tadeo, Bolivariana, La Salle, o Universidad del Norte; y cuando admitan la respuesta, las instituciones públicas seguramente se esforzarán  por ser tan apetecidas como éstas y otras privadas que -al brindar formación de alta calidad, y facilitar la simbiosis entre estudiantes de distintos orígenes, culturas y regiones del país- están captando la libre preferencia de los pilos.

Y hablando de simbiosis y desarmes, abrazos emocionados a “La Niña”, la serie de Caracol TV ganadora de once premios India Catalina. “La Niña” es una impecable y profunda lección de vida, de valor y búsqueda de convivencia; de segundas oportunidades, para esta nueva Colombia que merece, puede y debe,  renacer.

ariasgloria@hotmail.com