Repudiar el terrorismo, venga de donde provenga, es lo único sensato que puede hacer un gobierno democrático. Los actos terroristas no pueden tener justificación, ni en la historia de las naciones, ni en el reciente pasado, por la sencilla razón de que van dirigidos contra la población civil indefensa, por que no son actos de guerra sino de venganza; porque no se puede legitimar la fuerza para la solución de los conflictos.
Lo que ha ocurrido en Israel este fin de semana por cuenta de los milicianos de Hamás a nombre del estado Islámico de Gaza carece de justificación. Hemos visto cómo dirigieron y acertaron sus misiles en blancos inocentes como fueron los doscientos setenta jóvenes que disfrutaban de un espectáculo de música electrónica; han muerto personas de diferentes nacionalidades que nada tienen que ver con el conflicto; han tomado a civiles como rehenes para usarlos como escudos y amenazan con matarlos si Israel toma represalias; han desatado una guerra en la región.
No tenemos ninguna prevención en contra de los estados de Israel y Palestino y abogamos por que encuentren al fin los caminos de una paz duradera para sus naciones. Nuestro país mantiene relaciones diplomáticas con ambos países. Pero no podemos estar en favor del terrorismo, cualquiera que sea su origen o justificación.
Por eso, una vez más vemos desenfocado al jefe de Gobierno colombiano, que se ha convertido en una voz disonante en el mundo para condenar el terrorismo, haciendo coro con una manga de dictadorzuelos del hemisferio, que hace rato abandonaron los caminos democráticos; pareciera que el único afán es el de llevar la contraria. Aquí no hay duda sobre quienes comenzaron con los ataques terroristas sin provocación alguna; los milicianos de Hamás entraron asesinando civiles y tomando rehenes, actos sin duda terroristas contra la población civil. No repudiar estas atrocidades deja a nuestra nación como si estuviésemos de acuerdo con el terrorismo.
Son más de 1000 muertos los que ha ocasionado esta incursión terrorista en el territorio de Israel, hay más de ciento cincuenta rehenes arrancados de sus hogares y enjaulados, 1.500 muertos en el lado palestino en la franja de Gaza, miles de heridos de ambos lados; luego no hay una actitud más sensata que condenar el hecho. Se trata de condenar la incursión terrorista de Hamás; no de desconocer los derechos del pueblo Palestino a su territorio y mucho menos de ir en su contra que goza de nuestro reconocimiento como nación y de nuestra solidaridad frente a esta nueva guerra que los afecta.
El acto terrorista ha desatado una guerra que pone en riesgo la seguridad del hemisferio, ya el Líbano, con su grupo terrorista el Hezbolá, y Siria han comenzado a disparar contra Israel y otros países amenazan con entrar en el conflicto.
La posición que ha asumido el Jefe de Estado colombiano no interpreta a la mayoría de los habitantes de esta nación y nos pone en necesidad de tener que asumir al latere, nuestra posición individual como habitantes y ciudadanos para deplorar, condenar y lamentar los ataques terroristas que lastimosamente se han presentado.