Para poder entender lo que está pasando en Níger es necesario conocer algo de su historia. Este país está ubicado al occidente del África, en el desierto del Sahel y el Sahara. Fue colonizado por Francia, se independizó como la mayoría de los africanos en los años 60. Siempre ha sido catalogado como uno de los países más pobres y eso se constata con su ubicación en el índice de pobreza mundial, en los más bajos niveles. Su tasa de natalidad son siete hijos por familia. Cuando lo visité recuerdo mi sorpresa ante tanta pobreza y poco desarrollo.
Cuenta con veintidós millones de personas. Niamey es el distrito capital y está dividido en siete departamentos. La religión mayoritaria es la musulmana. Esta influencia viene desde el siglo XVII, cuando los tuaregs se hicieron fuertes a través de un sistema de federaciones y se ubicaron en el sur en las montañas de Air. La economía depende especialmente de sus minas de uranio y de una agricultura voluble, que lo ha llevado a padecer muchas hambrunas. Aparentemente en las últimas décadas se ha encontrado petróleo y gas. Es el séptimo productor de uranio del mundo y, los franceses, ayudaron a su extracción.
Cuando yo era embajadora en Costa de Marfil, época en que estuve en Níger, me acuerdo que todos los embajadores consideraban un Virrey al embajador francés, por su gran influencia en todo el país. No es extraño, entonces, el odio visceral hacia Occidente, dado que la pobreza y el subdesarrollo continúan.
Su historia como país libre se ha visto afectada por los sucesivos golpes de estado. El primero se dio en 1974, el general Kountche derrocó al presidente constitucional Diori. Al morir Kountche subió Ali Seibou quien gobernó la década de los 80, apoyado en la explotación de uranio por parte Francia, pero hubo una sequía de gran magnitud que desembocó en una hambruna feroz, que los condujo a solicitar préstamos al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Obviamente, para que fueran efectivos, éstos impusieron reformas económicas y tocó hacer grandes esfuerzos como aumentar los impuestos y no modificar los salarios públicos. Esto generó huelgas que acarrearon en más apertura política. En 1993, al diseñarse una nueva Constitución, se formó con seis movimientos políticos la “Alianza de Fuerza para el Cambio”, quienes derrotaron el partido del presidente Seibou, “Movimiento Nacional para el Desarrollo Social¨.
En el 96 hubo otro golpe de Estado, dado por el coronel Baire Mainassara, quién suspendió la nueva Constitución. La sequía y consecuente hambruna del 2004 hizo que la ONU estableciera un campo de ayuda para atender a más de 800,000 personas.
En el 2010, otro golpe fue dado por el militar Salou Djibo, quien creó el “Consejo Supremo para la Restauración de la Democracia”, encarcela al presidente Tandja y a todo su gabinete. Para prolongar su mandato cambió la Constitución y esa decisión hizo que Níger fuera expulsado de la Comunidad Internacional de África Occidental. Hasta el 2011 el país lo gobernó una Junta Militar dirigida por Salou Djibo. Hace pocas semanas, se dio otro golpe de Estado por parte de la guardia presidencial, que destituyó al presidente electo Mohamed Bazoum.
Bazoum era muy pro occidente, lo que dio motivos para un nuevo golpe. La Cedao, el organismo africano de países occidentales y el mundo están muy preocupados con esta insurrección, dado la inmensa influencia de Rusia.
Rusia comenzó su trabajo de expansión en el Magreb, cuando esa región se desestabilizó, producto de la primavera árabe. Por eso no es extraño, que la población de Níger apoye este nuevo golpe militar y soliciten a Putin que mande su grupo Wagner para apoyarlos y evitar que los occidentales procedan. Rusia desde la firma del acuerdo con la República Central de África está proveyendo armas, instrucción militar y ayuda a la explotación de recursos. El grupo Wagner ya ha operado en Libia, Sudan y Mali.
El actual líder de esta insurrección es el general Omar Tchiani. El presidente de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat, condenó severamente esta acción, así como el secuestro del presidente y su familia. La ONU también ha hecho un llamado para que se proteja el orden constitucional.
Esto le revela a Occidente su falta de presencia y una estrategia en África, lo que ha traído como consecuencia el poder expansionista de Rusia y China sobre toda la región. Éstos intervinieron en la desestabilización de Mali y Burkina Faso. La Unión Africana ha tratado en los últimos días arreglar el problema, pero todo parece infructuoso. La paciencia se agota y lo más seguros es que entraran a Níger. Este nuevo paradigma expansionista es un grito a voces. Queda por ver que hará Occidente.