LORENA RUBIANO FAJARDO | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Septiembre de 2012

Costos de la paz

Epígrafe

“Es preferible una paz injusta a una guerra justa”

Samuel Butler

 

Todo esfuerzo por evitar más muertes, más sangre, más dolor en nuestra amada Colombia, debe ser bienvenido y apoyado por todos, sin importar de donde procede la iniciativa o quien abandera esa posibilidad.

Nosotros los jóvenes siempre hemos vivido en medio de la guerra y consideramos que tenemos derecho a vivir el resto de nuestros días en calma, tranquilidad, respeto y convivencia pacífica. Vale la pena este nuevo intento. Se esfuman los deseos de aniquilamiento por la fuerza, porque esta puede durar otros 50 años. Abrámosle el corazón a esta esperanza.

De manera que no le pongamos palos a la rueda de la paz. El presidente Santos tomó la iniciativa y el riesgo en esta materia y lo vamos a respaldar, independientemente de que eso signifique un paso a su reelección, eso será harina de otro costal y lo analizaremos en su momento. Por ahora estamos optimistas, esperanzados y creyendo en que, con la ayuda de Dios, de todos los colombianos y el apoyo de la comunidad internacional, vamos a lograr la pacificación.

Una vez firmada tenemos que cuidar el posconflicto, me preocupa el tema de la plata para pagar los costos de la paz, que obviamente serán menores a los de la guerra, y cualquier costo monetario siempre será infinitamente menor al costo de las vidas y sufrimientos de miles de nuestros compatriotas.

Es el momento preciso para rendir honor a nuestras Fuerzas Armadas por su incesante esfuerzo por mantener el orden publico en el país, poniéndoles el pecho a las balas y viendo caer a muchos de sus hombres en el campo de batalla. A ellos el reconocimiento de todos los colombianos. La paz si se logra, como es nuestro deseo, será en su honor, por el esfuerzo realizado.

El “Acuerdo General para la Terminación del Conflicto” tiene un precio y todos debemos estar dispuestos a pagarlo, en el aspecto social, político y económico y roguemos que los negociadores estén atentos para saber cuánto es el mínimo que debemos ceder y el máximo que podemos alcanzar. Iniciemos una tarea de reconciliación, porque la guerra nos ha pasado una cuenta de cobro muy grande en vidas humanas, en nuestra economía, en nuestro desarrollo y en los recursos naturales. Ojalá en el camino se incluya a una mujer en las negociaciones, con la seguridad de que aportaremos más de un grano de arena para la paz.

lorenarubianof@gmail.com