Estamos en una etapa en que los derechos humanos han tomado enorme protagonismo, no solamente como un tratado internacional, sino como un reclamo constante y creciente, desde niños, adolescentes, jóvenes, mujeres, etnias, homosexuales y en fin tanto derecho, pero pocos deberes.
En la vida existen polos opuestos, el frio y el calor, la noche y el día, hay derechos como también deberes: por ejemplo, el deber ciudadano del respeto por el aseo de la ciudad. Bogotá se ha convertido en un muladar, las basuras pululan en las calles, la administración publica tiene el deber de mantener aseada la ciudad, lo hacen a medias sin capacidad de controlar los basuriegos informales que asumieron ese negocio, la ciudadanía paga por ese servicio ineficiente.
En la justa protesta existe el deber de respeto por la vida e integridad de las personas que no hacen parte de la protesta, eso no se cumple en ciertas manifestaciones de la izquierda, quienes por lo general atentan contra la gente, la fuerza pública y los bienes de la ciudad. Reclaman derechos, pero no cumplen deberes.
Ahora bien, los derechos a los jóvenes se les enseñan en los colegios y ellos los exigen en sus hogares, pero no se les imponen los deberes de respeto por sus padres, sus profesores ni compañeros, ya no existen las materias de comportamiento y salud, mucho menos cartillas pedagógicas que tanto bien hicieron en nuestra formación como la urbanidad de Carreño, bendita obra que tan útil fue a nuestras generaciones.
El deber ciudadano con los mayores, en especial con los ancianos. Un adulto mayor se monta en Transmilenio que tiene dispuesto los asientos azules señalados para el servicio de estas personas, por lo general son ocupados por jóvenes quienes no se mueven a cederlo a los mayores, continúan viendo sus celulares sin importarles el deber ciudadano y sí se les reclama, aducen sus derechos sin cumplir sus deberes. Esto mismo en muchos casos, cuando el deber de atención a sus padres se desequilibra por el derecho de ellos a exigir. Desde luego que no es generalizado en toda juventud.
En fin, los deberes consagrados en nuestra Constitución (articulo 95) son muy generales y vagos, mientras los derechos son concretos y abundantes, (La Carta Política de Colombia contiene una clasificación en su Título II De los Derechos, Las Garantías y los Deberes, en "Derechos Fundamentales" (Capítulo 1, de los artículos 11 al 41), "Derechos Sociales, Económicos y Culturales" (Capítulo 2, de los artículos 42 a 77) y "Derechos Colectivos y del Medio Ambiente" ) ... hay un desbalance en la sociedad y vida publica, estamos llenos de derechos pero escasos en deberes, poco nos preocupamos por cumplirlos y hacerlos cumplir.
Una nación se desequilibra cuando estos dos principios inalterables de vida no se asumen o uno supera al otro, por lo tanto, inundarnos de derechos humanos y escasos en deberes humanos, produce una sociedad anárquica e indolente, donde exigir se convierte en la idea básica de las nuevas generaciones, es decir: “recibo sin dar nada a cambio”.
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