Los gallos no sienten | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Julio de 2020

Hace un tiempo escuchamos a un Honorable Senador defender con frenesí las riñas de gallos. Mucha curiosidad nos causó que Fabián Sarria, presidente de la Federación Colombiana de Gallos de Combate, afirmara que no sentían dolor y del respaldo científico que tienen sus afirmaciones, luchar es su propósito vital.

Lo cierto es que las riñas de gallos como juego se encuentran reguladas por el Consejo nacional de juegos de Suerte y Azar mediante acuerdo 009 de 2005, con el cual se disciplinan las actividades de los operadores de apuestas, los jueces, los propietarios de galleras y los jugadores de eventos gallísticos, al revisarla encontramos que solamente se definen los conceptos de espuela desechable, espuela plástica y espuela partida, no hay referencia a su tamaño y demás especificaciones técnicas.

Las espuelas con las que se calza el gallo van desde los 20 hasta los 40 mm, esto es de 2 a 4 centímetros, en contraste las agujas más largas de uso común en humanos para inyecciones intramusculares y de carga tienen 40 milímetros, la más larga usada en pediatría mide 30mm, mucha diferencia hay entre la fuerza y violencia con que se clava la espuela y la técnica usada en medicina, que decir del tamaño del cuerpo que las recibe.

Una de las primeras intervenciones que se le realizan al gallo de pelea es la cortada de las espuelas naturales, se realiza con segueta y normalmente sangran; basta ver uno de los tantos videos que existen en la red para evidenciar que ese sangrado genera dolor o molestia; los gallos luego del combate terminan en condiciones deplorables, críticas y en muchos casos agonizantes, cuando no muertos. No es necesario asistir a un coliseo especializado para verificarlo, en época de pandemia podemos mirar una de las miles de peleas disponibles en YouTube.

El médico veterinario y gallero peruano Enrique Tello escribe a favor de esta práctica. Sostiene que el gallo de pelea, gracias a la segregación de sustancias químicas, su fisiología y su origen filogenético presenta menos estrés y nulo dolor durante la lidia o combate; afirma que las reacciones neuro hormonales inhiben el dolor, mejor dicho experimentan un altísimo umbral de dolor en combate. Hasta aquí en gracia de discusión podemos sostener que la sensación de dolor de un gallo no es igual a la de un toro o a la de un caballo, por qué no decirlo, a la de un humano. Nada nuevo en el panorama.

La discusión se centra en el dolor que experimentan los animales en combate para desestimarlo per se en la vida, pero qué pasa con el dolor poscombate ¿es un dolor merecido?, ¿es un dolor necesario?, ¿es un dolor moralmente aceptable?, ¡dolor por diversión no es dolor!; los expertos galleros y los médicos veterinarios internistas conocen de los cuadros de dolores agudos que experimentan por las laceraciones recibidas. Que los gallos no sienten dolor es una afirmación que pone a prueba la ciencia.

@ludogomezm

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