Apenas estaba yo en pleno padecimiento de un nuevo virus, con un fuerte, severo y pertinaz “golpecito en el exhosto” y sin voz, pero por lo menos aún con voto y escritura, a duras penas asimilando la muerte del Maestro Botero, y me entero, a través del método de la hipnopedia, del glorioso discurso de nuestro presidente en la ONU, añorando “expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”, y me quedé viéndolas, literalmente, pues no sabía que el titán protagonista del “Pacto por la Vida” ya estaba actuando, como otros superhéroes guardianes de la galaxia, por los lados del espacio ultraterrestre, y menos sabía que la vida fuera un virus…pero todos los días aprendemos cosas nuevas de manos de este “genio”, en decir de su hermano, el mismo coprotagonista del “Pacto de la Picota”.
Qué bueno sería que estos mismos “guardianes de la galaxia”, que quieren salvar a la humanidad entera de los estragos del “capitalismo criminal, que aniquila el medio ambiente”, vinieran a Santiago de Cali a colaborar en la extinción de los incendios forestales, como el espantoso reciente del cerro pegado a los Altos de Menga, uno de los 546 en lo que va corrido este año en esa ciudad, producido por pirómanos y/o manos criminales invasoras -con protagonistas colombianos y venezolanos de primera línea- y que se tragaron más de 60 hectáreas de bosque. Y debemos resaltar la acción heroica del “bueno de la película”, actor central contra el mal, nuestro Teniente John Fitzgerald Rodas, jefe de Emergencias de Bomberos de Cali, quien -no sé por qué extraña asociación- imagino debe ser pariente lejano de mi ex subalterno jefe de nómina en la palmera de Indupalma, en las ardientes planicies del sur del Cesar, quien responde al nombre de Edward Kennedy Contreras Roa. Héroes por donde se les mire.
Es muy fácil echarle la culpa al sistema capitalista de la economía como generador de pobreza y como responsable del aniquilamiento del medio ambiente vía calentamiento global; pero los nuevos “guardianes de la galaxia” no han dimensionado el grado de responsabilidad de los criminales que provocan daño por causa de la minería ilegal, de la contaminación de ríos y mares por voladura de oleoductos, y de la deforestación ilegal, los mismos que queman la naturaleza para convertirse en propietarios de tierras - novedoso modo de ocupación- predios que antes estaban al servicio de la humanidad, por ser patrimonio natural y ambiental. Para ellos no existe ley ni autoridad, porque da la casualidad de que en ellos confluyen dos tipos de cambio: el climático y el del gobierno de turno, que los arropa, quizás pensando en el tránsito de pobres a ricos.
Post-it. No tenía dentro de mis planes ver “Sonido de Libertad”, largometraje de origen estadounidense, en parte filmado en Colombia y con actores niños colombianos. Me preocupaba la crudeza de la trama (trata de menores), pero dos compañeros de colegio, más desprogramados que yo, prácticamente me llevaron “secuestrado” y me “amenazaron” con crispetas sin caramelo, y quién se resiste. Me gustó. Parece una película de verdad y tiene ingredientes de emoción -mafia, guerrilla- y un final medio feliz cuando dan de baja al “alacrán”, un jefe de cuadrilla, además de guerrillero, pederasta, es decir, cumplía con el perfil perfecto para asumir el rol de “Gestor de Paz” (q.e.p.d.).