MIS cábalas periodísticas sobre elecciones presidenciales del domingo próximo siguen invariables este jueves.
Veo ganador al candidato Iván Duque, y a Germán Vargas y Gustavo Petro, disputándose el paso a segunda vuelta.
Al país le sentaría bien los nombres de Duque o Vargas.
Al presente y al porvenir les vendrían bien dos líderes de consenso como Duque-Vargas.
A la actual crisis de valores, corrupción, desprestigio de la política y lento crecimiento de la economía, les vendría mejor Duque o Vargas.
Se ha agitado ola de entusiasmo por aspirante cercano al expresidente Uribe.
Ciudadanos del común, pero también empresarios y líderes de opinión, le darán su voto a Duque para impedir a toda costa un modelo castro-chavista en Colombia.
Una franja importante de votantes que quieren salir este 27 de mayo a bloquear cualquier asomo del sistema endemoniado de Maduro en Venezuela.
Son hombres y mujeres a los que no les cabe en la cabeza un eventual sistema dominante, irresponsable, agresivo y contra el pueblo como el que impone Maduro en el vecino país.
Son hogares que se alistan para dar su voto por Vargas, de La Calle o Fajardo. Todo con tal de atajar al aspirante de corte populista, pero igual, fortalecido y que llega con un gran envión anímico a la justa electoral del domingo.
Gustavo Pero llega envalentonado a las urnas este domingo.
Pero es emocional y en ciertas propuestas ligeras y algo irresponsable.
Es un político sagaz e inteligente, pero que arde en pasiones y volatilidad.
Al hablar en la plaza pública parece emular a Gaitán o a Galán, pero su fondo, sus ideas parecen traídas de Maduro.
Sin embargo, nada descarta que a Petro lo tengamos en segunda vuelta.
Es un fenómeno popular, de masas y de agitación en estratos populares.
El discurso de Petro es desafiante, casi arrogante, pero le llega y le gusta a sus seguidores que lo avivan con fanatismo.
Sus tesis pasan por el programa que hoy tiene aguantando hambre a los venezolanos, limitada la iniciativa privada y espantada la inversión.
No imagino a Petro hablando en Naciones Unidas sobre relaciones internacionales, migrantes, Cuba, Venezuela, Nicaragua; o exponiendo sus doctrinas frente al Banco Mundial, el BID o en la cumbre económica mundial.
No se sabe qué pueda decir o qué se le ocurra según sus emociones del momento.
Aunque fue alcalde controvertido y de lánguidos resultados en Bogotá, sus seguidores lo vean hoy como la mejor opción para liderar la nueva Colombia de paz, inclusión, crecimiento, equidad y justicia social.
Muchos electores parecen ser como su candidato, emocionales, y otros, prefieren a un Petro impredecible y demagogo, pero nunca a un candidato que les signifique, según ellos, más de lo mismo.
El domingo está en riesgo la elección del capitán que liderará la nación hacia su transformación y crecimiento con enfoque social y responsabilidad política.
Hay tres jinetes firmes en el partidor con bríos para cabalgar a segunda vuelta.