Colombia hace parte de las naciones con mayor índice de violencia infantil, por parte de grupos armados, estamentos políticos corruptos, trata de personas, organizaciones narcotraficantes y la pobreza que se anida especialmente en comunidades indígenas, nativas, e informales.
Los verdugos de los inocentes recorren territorios a sus anchas, para sembrar muerte, pánico y miseria en regiones apartadas o cercanas a los asentamientos de una sociedad que cohonesta con este estado de cosas.
Un espeluznante y pavoroso informe del colega Gerardo Reyes en Univisión, ha puesto al descubierto la forma infame como se atenta contra los niños, niñas y adolescentes en el Guaviare, donde son moneda corriente los abusos, especialmente contra las poblaciones indígenas Nükak Makú, Jiw, Sikuani, Tucano, Karijona, a las que arrebataron su selva, explotan su desnudez y esclavizan.
Desde luego, la miseria, la violencia caustica, hirsuta y áspera, de guerrilleros, paramilitares, cuerpos del Estado y sociedad complaciente, se apropian de todo, mientras gobierno, congreso, poder judicial, Bienestar Familiar, fiscalía, procuraduría y demás Estado, ven actuar sin control alguno a los verdugos de los inocentes.
La denuncia de Univisión causó escozor, que quiere minimizarse por parte de la Fiscalía, en cuyos informes esta violencia infantil aparece como “supuestas violaciones o delitos”. La palabra “supuesta”, entierra cualquier investigación, dicen quienes denuncian semejantes atropellos, porque se convierte en conjetura o hipótesis para beneficiar a los criminales explotadores.
La pobreza también fomenta este tipo de atropellos contra niños, niñas y adolescentes. Familias indigentes, padres irresponsables y grupos étnicos los venden, prestan o alquilan a narcos, paras y guerrillos, para sobrevivir. Otros quedan en poder de la prostitución.
Los grupos armados reclutan a la niñez, a la que torturan, esclavizan e instruyen política y militarmente. Inicialmente los utilizan como sirvientes de limpieza de cambuches o “carne de cañón” durante sus combates. Si alguno trata de huir o incumple órdenes, es fusilado. “Les aplican la pena de muerte”.
La triste existencia de nuestra niñez es tolerada por autoridades, políticos y sociedad, sin que haya el menor esfuerzo, que permita encontrar la ruta para su emancipación. No se ve el final de esta violencia que los azota desde hace más de 60 años, ni mucho menos el abrazo, la tranquilidad y el sosiego que requieren y anhelan.
Los alzados en armas solo buscan mantenerse activos para matar, secuestrar, torturar, destruir y extorsionar. Su palabrería sobre alto el fuego, freno al delito y acuerdos de paz, se convierten en meras promesas para lograr beneficios y ocultar sus fechorías.
Bienestar Familiar, gobierno y sociedad, no alcanzan a entender lo que nos está ocurriendo y por ello dejan a los inocentes en poder de sus verdugos. Los niños, ni siquiera podrán ahora reclamar su crianza y manutención, a progenitores irresponsables, porque hasta la cárcel les será eliminada por el Minjusticia. Los inocentes seguirán en poder de sus verdugos.
BLANCO: Los peajes ya no serán venas rotas.
NEGRO: Ojo al nuevo alcalde Distrital. Bien diferente a Claudia: constructor de vías, sin odio al carro y que reviva a la Atenas Latinoamericana.