LUCIO PICO DE COSTA | El Nuevo Siglo
Sábado, 27 de Septiembre de 2014

Los derechos

En   las democracias más avanzadas del mundo el voto no es obligatorio. Constreñir a los ciudadanos a ejercer este, que es privilegio en los regímenes libres de cada cual, podría resultar una contradicción frente a una decisión que es personal e intransferible.

En los regímenes autocráticos el Estado ejerce presión y sanciona a quienes no voten para mantener el sistema. Donde hay partido único, como Cuba, resulta irrelevante sufragar, no obstante, con el férreo control de Estados policíacos como el de la isla, es necesario para el gobierno dar la apariencia de que la población apoya la dictadura.

Ahora ha vuelto la iniciativa en el Senado de Colombia, ¡y por cuenta del Partido Liberal¡ El que se supone más demócrata. La Comisión Primera lo aprobó. Son ocho debates. Ya pasó el primero. 

El hecho de abstenerse de concurrir a las urnas es cuestión soberana del individuo. Argumentan de ‘ejemplo’ a países como Ecuador, donde el gobierno actual no es precisamente un dechado de democracia. Allí funciona lo que la voluntad del mandatario impone. No se admite crítica de la prensa u otros medios, hostilizados y perseguidos con saña. Han pretendido silenciar a los periódicos independientes mediante presión económica, demandas y multas. Y, claro, para el régimen es conveniente que lo avale el mayor número de votantes. Y qué tal en la Venezuela chavista, donde el ejecutivo es omnímodo, no tiene controles o contrapesos, ya que los demás órganos del poder son obsecuentes con los dictados del gobernante. Y los demás países donde se ha establecido como obligación insoslayable, so pena de castigo, votar, no son precisamente los de mayor tradición en el ejercicio de las libertades ciudadanas.

Aquí se quiere imitar lo no conveniente. ¿Desde cuándo los derechos se tornan en obligaciones? Es por decisión de los políticos que se pretende obligar a la gente a votar para que éstos tengan más respaldo. En un país donde cunde la corrupción, se toman decisiones a espaldas del pueblo, votaciones masivas ‘amarradas’ son un atentado contra la libertad. Si aun en casos como la ‘dosis personal’, que en el fondo es lesivo para la salud del mismo sujeto, se dejó sin efectos sancionatorios, ya que la Corte determinó que es cuestión del ‘libre desarrollo de la personalidad’, ahora los legisladores, afortunadamente no todos, quieren coartar la libertad con el voto obligatorio. Derechos y deberes son dos cosas diferentes. Los primeros, inherentes al libre albedrío; los deberes sí podrían ser obligatorios, aunque aquí suelen no cumplirse, empezando por los políticos.