Mártir o redentor
Conmemoramos 10 años del final de la zona de despeje de San Vicente del Caguán, territorio que el presidente Andrés Pastrana fijó como posible salida pacífica del conflicto armado para buscar la paz.
Algunos califican al expresidente como un traidor a la Patria, pues esa concesión les permitió a los guerrilleros aumentar su poder diabólico ante la mirada inerte del pueblo colombiano, es decir, fue crucificado sin piedad, así como Pilatos condenó a Jesucristo.
Lo que la gran mayoría ignora es que la imagen que tenían las Farc en ese momento era la de un ejército bondadoso, que defendía al campesino de la explotación y de la opresión oligárquica.
Pero no había tal bondad en estos guerrilleros, pues llenaban de terror y de sangre los campos, acribillando a la población civil y a niños inocentes. En estas aguas turbulentas de la violencia morían tirios y troyanos.
Si el abatimiento de Raúl Reyes y el del Mono Jojoy se hubieran producido antes del gobierno del presidente Pastrana, el Estado colombiano habría sufrido la sanción más alta de los organismos internacionales. Raúl Reyes, portavoz de las Farc, logró llevar a Colombia al banquillo internacional de los derechos humanos.
Con la mano tendida del presidente Andrés Pastrana el pueblo entendió que estos terroristas no querían la paz, y así logró poner en marcha la defensa nacional apoyado en el Plan Colombia, atendiendo el clamor de los colombianos para combatirlos con mano dura. El pueblo dejó de mirarlos como unos pastorcitos mentirosos con piel de oveja.
Hay que entender entonces, que un pueblo no cambia de mentalidad de la noche a la mañana. Se necesitaba todo un proceso que marcara la transición de la mano blanda a la mano dura.
Ahora el presidente Juan Manuel Santos tiene el mandato para acabar del todo a estos terroristas inclementes. Como afirmaba hace unos días: “El Gobierno nacional no está interesado en un cese al fuego, ni en circos públicos temporales”.
Podemos concluir entonces que sin este proceso iniciado por el expresidente Andrés Pastrana, en el que se les quitó la máscara a los falsos guerrilleros, todavía estaríamos recibiendo comunicados clandestinos pidiendo diálogos y acuerdos humanitarios para lograr la paz.