PRISMA
¿Acabar el escuadrón móvil antidisturbios?
“Es un valioso grupo para mantener el orden público”
ES posible que en la mesa de La Habana los negociadores de las Farc propongan o pidan muchas cosas y seguramente con visión futurista traten de sacar del camino todas esas espinas que puedan dificultar el desarrollo de ulteriores estrategias, pero pensar en liquidar el Esmad es algo impensable y lógica demostración de un desconocimiento craso sobre la problemática social colombiana.
En anterior columna hablamos sobre este componente de la Policía Nacional y concluíamos que todo gobierno, sin importar su perfil, necesita fuerzas de choque para encausar, prevenir, impedir o conjurar, situaciones donde el orden, la convivencia pacífica y el equilibrio ciudadano se vean amenazados. No podemos mirar este componente como enemigo ni amenaza para la ciudadanía, sino como prevención y apoyo. El grupo antidisturbios es tan antiguo como la policía, pero como a través de los años ha tenido diferentes nombres, hoy lo identificamos por su ultima denominación Esmad, antes se llamó escuadra antimotines y hacia parte organizacional en cada estación de policía, tratándose de grupos pequeños entrenados para atender alteraciones en la respectiva jurisdicción, equipados con pequeños escudos y cascos de fibra. Posteriormente la policía de control organizó una sección antidisturbios, capacitada y dispuesta a reforzar las estaciones, entrenada en formaciones y movimientos estratégicos que direccionan o dispersan grandes grupos humanos, dotada con escudos y cascos protectores de viseras plásticas. Luego evolucionó al grupo antimotines, apareciendo los gases y las tanquetas lanza agua que apoyaron esta dura labor de las fuerzas del orden, pasando por los años setenta a la fuerza disponible, dedicada única y exclusivamente a controlar disturbios, con entrenamiento permanente y especial, apoyada por profesionales en diferentes disciplinas donde se contempló la sicología, buscando templar el carácter de estos hombres, forjando el profesionalismo necesarios entre temas tan delicados como es enfrentar turba y grupos de ciudadanos salidos de control.
También llegaron las tanquetas especiales para resistir este tipo de situaciones, convirtiéndose en refuerzo importante a las unidades, terminado con lo que hoy es el Esmad, un componente de la policía profesionalizado, donde se recogió toda la experiencia de las anteriores agrupaciones, llegando a un punto de eficiencia aplaudido en muchas ocasiones por la misma ciudadanía, que ve en estos hombres seres capaces de resistir y tolerar afrentas antes de actuar. A su dotación no me referiré pues es conocida de todo el país, en cuanto al entrenamiento los resultados saltan a la vista y lo hemos observado atendiendo las situaciones ya descritas con capacidad y solvencia. Este personal hace presencia en diferentes escenarios apoyando autoridades, defendiendo la ciudadanía y persiguiendo la delincuencia.
Es imposible que quepa en mente alguna la posibilidad de acabar con un grupo tan valioso para el mantenimiento del orden público y la defensa de las instituciones.