LUIS ERNESTO GILIBERT VARGAS | El Nuevo Siglo
Miércoles, 9 de Diciembre de 2015

PRISMA

¿Acabar el escuadrón móvil antidisturbios?

“Es un valioso grupo para mantener el orden público”

ES posible que en la mesa de  La Habana los negociadores de las Farc propongan o pidan muchas cosas y seguramente con visión futurista traten de sacar del camino todas esas espinas que puedan dificultar el desarrollo de ulteriores estrategias, pero pensar en liquidar el Esmad es algo impensable y lógica demostración de un desconocimiento craso sobre la problemática social  colombiana.

En anterior  columna hablamos  sobre este componente de la Policía Nacional y  concluíamos  que todo gobierno, sin importar su perfil, necesita  fuerzas de choque  para encausar, prevenir, impedir o conjurar, situaciones donde el orden, la convivencia pacífica y el equilibrio ciudadano se vean amenazados. No podemos mirar este componente como enemigo ni amenaza para la ciudadanía,  sino como prevención y apoyo.  El grupo antidisturbios es tan antiguo como la  policía, pero como a través de los años ha tenido diferentes nombres, hoy lo identificamos por su ultima denominación Esmad,  antes se llamó escuadra antimotines  y  hacia parte organizacional  en cada estación de policía, tratándose de grupos pequeños entrenados para atender alteraciones en la respectiva jurisdicción, equipados con pequeños escudos y cascos de fibra. Posteriormente la policía de control  organizó una sección antidisturbios, capacitada y dispuesta a  reforzar  las estaciones, entrenada en formaciones y movimientos estratégicos  que  direccionan o dispersan grandes grupos humanos,  dotada con escudos y cascos protectores de viseras  plásticas. Luego evolucionó al grupo antimotines, apareciendo los gases y las tanquetas lanza agua que apoyaron esta dura labor de las fuerzas del orden, pasando  por los años setenta a la fuerza disponible, dedicada única  y exclusivamente  a  controlar disturbios,  con entrenamiento permanente y especial,  apoyada por profesionales en diferentes disciplinas donde se contempló la sicología, buscando templar el carácter  de estos  hombres, forjando el   profesionalismo necesarios entre  temas tan delicados como es enfrentar turba y grupos de ciudadanos salidos de control.

También llegaron las tanquetas especiales para resistir este tipo de situaciones, convirtiéndose en refuerzo importante a  las unidades, terminado con lo que hoy es el Esmad, un  componente  de la policía  profesionalizado, donde se recogió toda la experiencia de las anteriores agrupaciones, llegando a un punto de eficiencia aplaudido en muchas ocasiones por la misma ciudadanía, que ve en estos hombres seres capaces de resistir y tolerar afrentas antes de actuar. A su dotación no me  referiré pues es conocida de todo el país,  en cuanto al entrenamiento los resultados saltan a la vista y  lo hemos observado  atendiendo las situaciones ya descritas con capacidad y solvencia. Este personal hace presencia en diferentes escenarios  apoyando  autoridades, defendiendo la ciudadanía y  persiguiendo la delincuencia.

Es imposible que quepa en mente alguna la posibilidad de acabar con un grupo tan valioso para el mantenimiento del orden público y la defensa de las instituciones.