Es muy fácil hacer creer que las cosas están bien cuando no lo están. En Colombia nos están haciendo creer que todo va bien cuando los hechos demuestran otra cosa. Los narcocultivos -y esto no corresponde a estudios colombianos sino hechos por La Casa Blanca- se han duplicado. Es una guerra perdida. Las negociaciones con las Farc no han terminado... Y, si se firma algo con las Farc no significa que vaya a haber paz. La paz es una totalidad. No una cosa parcial. Decir que viene la paz total no es real. Es hacer creer lo que no es cierto. Nadie sabe el futuro, pero lo que si es cierto es que en el posconflicto se nos irá lo que nos queda de vida. Además, nadie conoce el texto de lo que nos tocará votar en el plebiscito. ¡Esto es increíble! No hay plata para pagar la paz parcial fuera de todo.
Los grandes genios de la economía -entre risas - les parece buenísimo recomendar más impuestos para pagar la paz. El crecimiento económico de Colombia va para abajo. Ni esperanzas de un 4.5%. De acuerdo con la Cepal crecerá 2.7%. La tasa de desempleo va por el 8,9%.
En política internacional, no se entiende como siguen buscando al régimen venezolano para ser ¿garante? Sencillamente, dicho régimen es indigno en este momento. En cambio, si se busca es alejarse de Panamá quien sí debería ser el aliado natural de Colombia. Aquí se cometió un error muy grande: darle toda la importancia -como si fuera lo único- a la paz. Generar un impacto sobre un make – believe que se sabe internacionalmente no es real. Tan es así que la comunidad internacional solamente está dispuesta a financiar el 5% del costo del posconflicto. Ante este panorama lo que hacen los inversionistas es lógico. Se van a otros mercados donde ya existe la paz total. No van a arriesgar su capital en algo incierto mal llamado posconflicto.
Hay mucha injusticia. Me dolió ver como el tránsito se le llevaba las motos a gente humilde mientras trabajaba. No estaban parqueadas en un lugar prohibido. Y ver al rato, la fila de Toyotas Prado y escoltas parqueadas en zona prohibida frente a un gran restaurante de Bogotá, esperando que sus grandes jefes, funcionarios públicos y privados, acabaran de tomar y beber. Con estos últimos si no se mete el tránsito. La ley es para los de ruana.
@ReyesJuanfelipe