Así el presidente Duque y su gobierno insistan en negarlo, y algunos analistas no quieran verlo, las relaciones entre Estados Unidos y Colombia están bastante regular. La llamada que históricamente ha hecho el candidato electo de ese país al mandatario colombiano, su principal aliado en la región, no se ha dado y todavía no sabemos cuándo se dará. Una bofetada de indiferencia que el gobierno Biden le está aplicando a Duque por su injerencia y marcado apoyo a Trump en las elecciones del año pasado.
Fue más que evidente que Duque y su gobierno se la jugaron por el candidato Republicano. De una manera vulgar su partido participó activamente y sin pudor en las elecciones de la Florida, tanto así que hubo carta del embajador de EEUU en Colombia pidiendo frenar la intromisión. Pero ese no fue el único episodio, posteriormente nos la jugamos por el candidato Mauricio Claver-Carone a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en contra de lo que nos pedían nuestros vecinos y los políticos Demócratas. Sin embargo, el sueño de Duque y Pacho Santos, su embajador en Washington, era un triunfo de Trump con Claver-Carone en el BID para garantizar una fuerte inversión en Colombia y ser los protagonistas del famoso “nearshoring” que proponen los gringos. Traer las maquilas de empresas norteamericanas que hoy están en China a Latinoamérica y que nosotros fuéramos los protagonistas. Pero esta apuesta salió mal y hoy Duque está viendo las consecuencias.
De hecho, el viernes de la semana pasada llegó una carta del presidente Biden en la que manifiesta que su agenda será bipartidista y que buscará contribuir con una paz duradera para Colombia. En diplomacia hay que leer entre líneas y en esta primera misiva está clarísimo el mensaje. Palabras más, palabras menos dice: señor Duque a diferencia suya, nosotros si tendremos una agenda bipartidista y trabajaremos con todos los sectores políticos de su país. Además, estamos comprometidos con la paz, esa que usted en campaña tanto atacó.
Pero ese no fue el único episodio que mostró que el gobierno Biden está poco alineado con el presidente colombiano. Horas después de la llegada de la carta, la embajada de EEUU en Bogotá dio a conocer una reunión de su embajador Philip Goldberg con el presidente de la JEP, Eduardo Cifuentes. En esa reunión, según comunicaron, hablaron del “valor que las dos democracias otorgan a la importancia de respetar la independencia judicial" así como de los esfuerzos de esa justicia especial para cumplirle a las víctimas del conflicto armado. Esto después de los ataques que recibió la JEP del partido de gobierno y del propio presidente por las revelaciones que hizo ese tribunal sobre el caso de los falsos positivos.
Así que más claro no canta un gallo, Estados Unidos le está mandando un contundente mensaje al gobierno Duque. Primero le está cobrando su rol en las elecciones gringas y se lo deja saber con la falta de comunicación telefónica y una misiva que le muestra sus diferencias. Segundo, a través del apoyo al proceso de paz y a la justicia transicional dando un claro mensaje de respaldo a la JEP y a su presidente, quien días atrás le había dicho al mandatario que tenía que tener límites y entender la independencia de la justicia.
Así que no pretendan decir que la distancia entre ambos gobiernos no es marcada y más que evidente, a pesar de que pocos quieran asumirla y reconocerla.