MARÍA ANDREA NIETO | El Nuevo Siglo
Lunes, 27 de Enero de 2014

Sin Arrodillados

“Pareciera que tener una sociedad en paz no fuera el fin fundamental”

Nunca el país había estado tan cerca de lograr la paz, en términos de finalizar el conflicto con la guerrilla más antigua del planeta, después de haberla logrado sentar en una mesa de negociación.
Para muchos el tema se concentra en quién ganó, quién logró "arrodillar" a quién y finalmente, quién manda en las negociaciones.
Pareciera que tener una sociedad en paz y sin violencia no fuera el fin fundamental. Y es que la gran mayoría de los/as colombianos/as que habitamos esta patria, no hemos tenido la fortuna de vivir al menos un día sin una confrontación armada.
Sin embargo, la firma de la paz no es garantía de ella. Y eso me preocupa. Es imperativo tener claro el rumbo del post conflicto, en especial, de cómo se van a solucionar los principales problemas que lograron tener viva la guerra durante tantos años.
En el campo y en las ciudades, la pobreza es el principal flagelo. Mientras los/as niños no tengan qué comer, dónde estudiar y acceso a un sistema justo de salud pública, de nada servirá firmar un papel en La Habana.
Pero lo cierto es que una cosa conlleva a la otra. Finalizar el conflicto y corriendo la suerte de que este se aplique, la liberación de al menos un punto del PIB tendrá un efecto inmediato en inversión social. Esto implica más escuelas, más hospitales y mayor infraestructura. Si logramos acumular una década de un punto adicional en inversión en lugar de gasto militar, la siguiente generación de colombianos/as será otra historia muy distinta.
Pero acá el cortoplacismo que nos invade es tan fuerte que nos desespera pensar un país en paz en diez años.
Todas esas personas que defienden la guerra sobre la paz, tienen una idea muy egoísta sobre el futuro de esta sociedad. Son esos, los mismos que se preguntan ¿quién arrodilló a quién?. La triste respuesta es que si en la mesa de La Habana está sentada la representación del país, habría que decir, que las dos partes llegaron arrodilladas, exhaustas y ensangrentadas.