MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Septiembre de 2014

Erradicar la pobreza

 

No  solo es una meta de gobierno, es una obligación con esa parte de la humanidad que día tras día convive con la carencia de alimento, salud, educación y vivienda, que hace que su condición de vida sea indigna.

A nadie le gusta ver a una persona durmiendo en la calle, ni encontrarse con un niñito que suplica por una moneda, por eso erradicar la pobreza extrema debe ser más que una política social y económica, una obsesión para los gobernantes. Y en Colombia, el presidente Juan Manuel Santos comprende que la paz no solo es el camino para tener una sociedad más civilizada y próspera, sino que advierte que uno de los generadores de desigualdad y por ende de violencia, son las brechas económicas tan marcadas en nuestro país.

Cómo erradicar la pobreza es una estrategia que deben coordinar todas las entidades e instituciones del Estado que contribuyan en la misma dirección para evitar que se desperdicien recursos económicos y humanos.

La permanencia en la pobreza extrema es la incapacidad de las familias de generar un capital adicional para poder apalancarse en él y crecer. Este capital hay que entenderlo desde varias perspectivas según Jeffrey Sachs, como el capital humano (salud, nutrición, educación), el capital empresarial (maquinaria, industria, transporte, servicios), la infraestructura tan necesaria para mover la productividad empresarial, el capital natural (tierras aptas para la agricultura, fuentes de agua, ecosistemas sostenibles) y el capital institucional como el inventario de todos los acuerdos sociales que hagan la interacción de la población en paz y prosperidad.

En este sentido, cuando en Colombia aún persisten 3.5 millones de personas en pobreza extrema y 13.5 en pobreza, la intervención estatal no debe ser entendida como un asistencialismo sino como una inversión que ayuda a romper las cadenas que no permiten que las familias generen excedentes de capital y puedan transitar por un sendero de crecimiento económico. A veces, pequeñas inversiones en las poblaciones más remotas generan cambios sustanciales en la forma de vida de esas poblaciones.

No hay que olvidar que son las mujeres y los niños/as los que en su mayoría no logran romper las cadenas de la pobreza extrema y por ende las acciones políticas deben estar dirigidas hacia esta población. Niños mejor nutridos desde el nacimiento se enferman menos y por lo tanto  tienen más posibilidades de escolaridad y productividad en el futuro, mujeres que reciben apoyos estatales en emprendimiento inmediatamente transfieren estos beneficios a sus hijos/as. Políticas de salud sexual y reproductiva, ayudan a las mujeres a evitar embarazos continuos que con lo único que contribuyen es a repartir más pobreza en las siguientes generaciones.

La apuesta debe ser determinada en el largo plazo y sin descanso. Mejor nutrición, atención preescolar, apoyo a emprendimientos por necesidad promoviendo el cooperativismo en las poblaciones remotas, mejor calidad en la salud, entre otras políticas, pueden ayudar con la disminución de la pobreza. Ya en los cuatro años anteriores se logró sacar de la pobreza extrema a dos millones de personas y a un poco más de tres millones de la pobreza, lo cual significa un avance único en la historia del país. Así se construye la paz.