Sus vicisitudes
Son válidas voces en contra del Tratado de Libre Comercio con EE.UU. aunque estén muy equivocadas y más cuando provienen de periodistas, políticos o senadores como, por ejemplo, Jorge Robledo, que usando un discurso económico caduco pretende desvirtuar aspectos positivos de este acuerdo comercial.
No sé si el senador Robledo haya en su vida generado un puesto de trabajo que no se pague a costillas del erario. O si, por el contrario, haya realizado alguna vez una agenda comercial en otro país, presentando bienes y servicios generados de su propia idea, con sus ahorros y su capital. Pero es que al senador Robledo hablar de capital le produce urticaria y por eso él y otros como él se aferran a un modelo proteccionista y casi autárquico.
Se equivocan quienes están en contra de los TLC, sobre todo si nunca han participado en la generación de riqueza y no tienen ni la menor idea de lo que eso significa. Yo no sé, repito, si el senador Robledo haya tenido un negocio independiente o si alguna vez haya visto cómo funciona en la práctica la primera clase de Introducción a la Economía que dictan en la Universidad de Los Andes, de cómo los inputs se convierten en outputs. Será que alguna vez el senador Robledo ha ejecutado el verbo “maletiar” que no se parece en nada a hacer lobby en el Congreso de EE.UU. para frenar el acuerdo entre los dos países. ¿Alguna vez habrá sufrido lo que significa visitar un cliente extranjero, preparar cotizaciones y esperar la llegada del primer pedido?
Hablar desde la posición del político es muy fácil, cuando lo que se hace en ese trabajo es vivir gracias a los impuestos que paga el sector productivo.
Probablemente, como dice el senador Robledo, el campo y el sector agrícola sí se van a ver afectados con la entrada en vigencia de este tratado. Eso también se debe a la miopía de senadores como los Robledos del pasado, que no se dieron cuenta de que este país debería haberse fortalecido en ser más competitivo y menos proteccionista agrícolamente hablando. Creo, además, que si con el TLC van a llegar alimentos más baratos y bienes cuyos beneficiarios van a ser las familias de menores recursos y los consumidores en general, pues bienvenidos sean los precios más bajos.
Faltan carreteras, puertos, aeropuertos y, en fin, infraestructura moderna, pero eso resulta también ser responsabilidad de unos gobernantes que no supieron ni pudieron organizar al país a la altura de un futuro que ya nos llegó.