MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Domingo, 10 de Febrero de 2013

Enfermedad holandesa

Pasa  mucho y no pasa nada. En Santa Marta, la minera Drummond decidió verter toneladas de carbón al mar para evitar que una de sus barcazas se hundiera.  Lo cierto es que las playas y el mar han cambiado de color en la última década. Allá estuve celebrando la llegada del año nuevo y me impactó ver la playa gris oscuro y en el horizonte una fila de diez embarcaciones esperando por ser cargadas. Me decía el bartender del hotel donde me hospedé, “eso, (señalando con desagrado las barcazas) es economía de corto plazo, acá no le paran bolas al turismo, que sí es de largo plazo”. Y es cierto, un día el carbón se acabará. Dejarán los huecos profundos de la excavación como cicatrices en la tierra, las barcazas desaparecerán y les llevará años y años a la playa, al mar y al aire recuperarse.

La gente que vive y trabaja en la zona ha venido presentando más casos de cáncer. Dicen que es culpa del carbón que ahora está en el ambiente. Puede ser, pero igual nunca lo sabremos, porque este no es un país en el que se adelanten estudios a largo plazo porque no nos gusta saber. Preferimos ir tanteando la vida como va llegando cada día. O sí, pero hoy día, la realidad es que lo sucedido con la Drummond representa en términos generales el rumbo económico y han sido varias las alarmas que se han prendido.

Hace unas semanas mencionaba en esta columna, que es importante que el país pueda hacer uso de sus recursos naturales, pero con sabiduría. Esto implica que no solo se deben dar licencias de explotación justas, sino también exigir una repartición adecuada de las regalías que benefician a la población y de manera fundamental, se debe hacer una explotación sustentable en el largo plazo.

Por eso en este tiempo de locomotoras es imprescindible hacer caso de las señales de una posible enfermedad holandesa que podrían estar surgiendo.

La revaluación persistente del tipo de cambio, una entrada masiva de capital extranjero, bajas tasas de interés, pérdida notoria en la productividad, puede estar reflejando una situación poco deseable para las autoridades económicas.

Al final la apuesta debe ser un equilibrio entre el corto y el largo plazos, como lo enunciaba el bartender. Bienvenida la riqueza proveniente del carbón, petróleo y del oro, pero no se debe descuidar el sector productivo, la industria textil, automotriz y el sector de los servicios, que son en realidad los grandes generadores de crecimiento económico y sostenible en el largo plazo.