MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Noviembre de 2013

Ser mujer

 

Tres  de los ocho objetivos de Desarrollo del Milenio están relacionados con el  bienestar de las mujeres, el primero por supuesto, promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, el segundo, la reducción de la mortalidad infantil y el tercero la mejora de la salud materna.

Quizá uno de los autores que más se ha concentrado en el estudio del beneficio que trae a la sociedad el mejoramiento de las condiciones de vida de las mujeres es el Nobel de Economía, Amartya Sen, (1998), quien promueve la idea de que las mujeres son agentes activos de cambio, transformadoras sociales, que cuando absorben el beneficio de un proyecto o política estatal, esta llega de manera inmediata a los hogares que ellas habitan.

Hoy reflexiono acerca de  los Objetivos del Milenio y en especial sobre la Agencia de las Mujeres de Sen, a partir del informe de la revista Semana, “Es difícil ser mujer en Colombia”, que se ocupa en analizar a partir de la historia de vida de varias mujeres en distintos puntos de la geografía nacional, acerca de la cultura patriarcal y su infortunada y permanente manifestación en forma de violencia física, psicológica, sexual y laboral. Sin lugar a dudas, el asunto más importante del informe es el relacionado con la violencia. Un país sumido en un conflicto por más de 50 años ha convertido el cuerpo de las mujeres en trofeos de guerra que cualquiera de los bandos siente que tiene derecho a poseer. Pero ese tipo de violencia extrema suena lejana y lo cierto es que no solamente se presenta en latitudes distantes sino también en las ciudades y en todos los estratos sociales. Lo grave del tema es que la violencia intrafamiliar genera un efecto cascada que termina por afectar a todos sus integrantes, porque una mujer violentada tiene altas probabilidades de maltratar a sus hijos.

Decía al comienzo que Amartya Sen defiende la idea de las mujeres como transformadoras sociales. Mientras no haya cambios en la cultura violenta en la que vivimos, las mujeres no solo serán víctimas sino también verdugos y aunque las cifras de mortalidad infantil y materna en aras del cumplimiento de los Objetivos del Milenio vayan por buen camino, lo cierto es que la equidad de género será una fantasía difícil de lograr si la cultura paternalista y patriarcal se sigue reproduciendo socarronamente en los hogares y no se logre producir un cambio que propenda por una coexistencia pacífica entre los dos géneros.