Álvaro y Piedad
OÍ en directo las declaraciones de Piedad Córdoba en la W y la verdad es que producen escalofrío. Sin embargo, tratando de entender su posición hay que reconocerle el valor que tiene para hacer semejante afirmación. El papel de Piedad Córdoba no es muy claro hoy día, ¿hace su trabajo con Colombianas y Colombianos por la Paz como su principal fuente de ingresos? ¿Tiene autorización del Estado para tener comunicación con la guerrilla? ¿Por qué le llegan y envía cartas por canales tan truculentos?
Preguntas sin respuesta, pero lo cierto es que es un personaje que genera confianza en la guerrilla y en las familias víctimas de las Farc, pero grandes sospechas en el resto de la sociedad.
Podría ser Piedad una “loquita” que trata de mantenerse neutral a pesar del castigo social, con tal de mantener vivo el espacio de confianza con las Farc y es por ello que prefiere no aseverar que fueron los guerrilleros los que dispararon cobardemente en las espaldas de los cuatro militares.
La posición de Piedad es muy difícil, sobre todo porque se obstina en mantener la confianza con el enemigo más que con los colombianos y por eso levanta tanta crítica.
Razón tiene el Presidente al sentir coraje y no era para menos su reacción, pero me pregunto ¿si realmente será protagonismo lo que busca Córdoba? Por que de lo contrario, cuál es su verdadera agenda es la gran pregunta.
Lo curioso es que el mismo escalofrío que ha producido Córdoba, ahora lo hace bastante bien (y similar) el ex presidente Álvaro Uribe. Curioso que después de llamarla terrorista por “ahuchar” a gobiernos extranjeros a romper relaciones con el gobierno colombiano en cabeza de Uribe, el expresidente se dedique a desvirtuar las relaciones bilaterales con la oposición venezolana por cuenta de su obsesión por el poder y caiga en la misma fórmula otrora por el criticada. ¿Cuál será la agenda del expresidente Uribe hoy? Estará buscando la manera de reelegirse, de protegerse, de acabar con la guerra?
Curioso que estos dos personajes logren parecerse tanto en el rechazo unánime que generan frente a sus posiciones y sigan adelante sin importarles mucho si los entienden o no, porque mientras Piedad habla de paz, Uribe habla de guerra y en el medio quedan las víctimas, la sociedad civil y un Presidente que en defensa de la institucionalidad no sólo tiene que defenderse de la guerrilla sino también de actores políticos (ahora tan parecidos) que producen tanta distorsión.