Lactancia en lugares públicos
Hace unos años, durante una ceremonia religiosa en un milenario templo de Timbu, capital del Reino de Bután, estando sentada en el sector de mujeres, un bebé comenzó a llorar y varias jóvenes desnudaron un seno para ofrecer al chiquito consuelo. Fue algo perfectamente normal, nadie se alteró. Recuerdo cuán auténtica, natural y espontánea me pareció la escena.
En Occidente una cosa semejante jamás sucedería. Lamentablemente, nuestra cultura considera amamantar, un acto tan natural del ser humano, algo medio vergonzoso, para hacer muy en privado, casi ocultándose.
Sin embargo, esa percepción ha ido cambiando y hoy día en el mundo desarrollado la lactancia en público ha dejado de ser un tabú para convertirse en algo perfectamente normal y aceptable.
En un vuelo reciente de Bogotá a París, durante las diez horas de vuelo mi vecina de asiento amamantó a su bebé tres veces. El niño satisfecho plácidamente durmió durante todo el viaje, algo que nos permitió tranquilidad a los demás viajeros.
Unos días más tarde, en un concierto vi a una elegante mujer dar pecho a su pequeño, de poco más de un año, cuando este comenzó a ponerse inquieto. Supe después que se trataba de la esposa del concertista, quien había interpretado magistralmente el segundo concierto para piano de Rachmaninov y quien disfrutaba con la presencia de su mujer y su pequeño en la sala de conciertos.
Casos extremos, dirán algunos, pero lo cierto es que cada día se ven más mujeres lactando a sus pequeños en lugares públicos. La mayoría usan unos “baberos” gigantes que cubren su seno y al bebé, dando privacidad al evento y evitando así molestar a quienes se sientan incómodos presenciando este acto.
Los médicos recomiendan, unánimemente, la leche materna durante el primer año del niño. Hoy existe gran información sobre los enormes beneficios de la leche materna para el bienestar físico del bebé, además de los importantes lazos psicológicos que se crean durante la lactancia entre la madre y su hijo.
En varios países europeos algunas cadenas de droguerías han establecido lugares cómodos y tranquilos para que las madres, que están haciendo vueltas en la calle, puedan amamantar. Igualmente, existen en supermercados y aeropuertos.
En oficinas y fábricas, donde hay guarderías para que las madres tengan a sus bebés cerca, debe también existir un lugar apropiado para lactar.
En mayo de este año, la revista Time publicó en su portada a una madre lactando a su hijo. El hecho de que el niño fuera mayor de tres años molestó a muchos.
¿Por cuánto tiempo amamantar continuará siendo tema de acaloradas discusiones? Igualmente lo será la lactancia en público, pero que en pleno siglo XXI alguien lo considere tabú, es absurdo.
Creo que si en algo la mujer debe imponer su parecer es en este tema, tan importante para la salud de su hijo, su propia tranquilidad y bienestar de ambos.