MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 19 de Septiembre de 2012

Burda, ofensiva y estúpida sátira

 

Como una burda y estúpida sátira contra el profeta Mahoma se puede calificar el cortometraje, de 14 minutos, causante, teóricamente, de la nueva explosión de odio, siempre presente en los países árabes, contra los Estados Unidos y el mundo occidental.

El mencionado cortometraje aparte de ser estúpido y de una calidad verdaderamente vergonzosa, es ofensivo y malintencionado. Desde su comienzo denigra a Mahoma, lo presenta como un hombre sin inteligencia, violento, mujeriego, abusador y vulgar. Es una clara muestra del peor tipo de burla contra un personaje histórico y de intolerancia contra una religión.

Este es un clásico modelo del abuso de la libertad de expresión. Es una muestra del poco respeto y tolerancia que existe en nuestros pueblos hacia religiones y creencias, sagradas para muchos. La libre expresión, como se entiende hoy día, hace que nada sea sagrado, todo es violable. No pocas veces los católicos nos hemos tenido que tragar sapos tan feos como este.

Sin embargo, nada justifica la violencia ocurrida en los países musulmanes. Este cortometraje es demasiado estúpido para ser tomado en serio o para causar las sangrientas manifestaciones y la muerte de varios hombres, entre ellos Christopher Stevens, embajador estadounidense en Libia, quien había dedicado su vida a crear lazos de amistad con los países árabes.

Muchos piensan que este cortometraje fue una simple excusa para que aflorara, una vez más, el odio musulmán contra el “imperio del mal” como ellos llaman a las naciones occidentales, especialmente Estados Unidos, que representan para ellos todo lo que prohíbe el Corán.

Para muchos extremistas musulmanes, Occidente está corrompido y pretende exportar su corrupción al resto del mundo. La separación entre Estado y la Iglesia, las leyes totalmente seglares que no admiten la intromisión de las leyes sagradas, como la Sharia musulmana, los ofende profundamente.

De igual manera la libertad de la mujer occidental, su vestimenta “impúdica”, su vocabulario, su falta de sumisión al hombre, su independencia, el simple hecho de que pueda viajar sola, conducir un auto, hablar por un celular sin supervisión masculina o que desee pintarse los labios es denigrante para ellos.

Pero lo peor es que Estados Unidos y Occidente pretendan desarraigar las tradiciones y costumbres de sus pueblos para imponer sus costumbres modernas.

Esto es algo que a los occidentales, en especial a los Estados Unidos, nos cuesta trabajo entender. Estas naciones no desean el cambio que nosotros quisiéramos ver en sus pueblos. No desean ver a sus mujeres destapadas y libres andando por las calles, no desean que sus leyes sean seglares y no tomen en cuentan las enseñanzas del Corán.

Así lo hemos comprobado después de la Primavera Árabe. Los pueblos “liberados” han escogido gobiernos teocráticos, dirigidos por la Hermandad Musulmana, lejana del estilo democrático occidental.

Cortometrajes como el mencionado sólo ayudan a profundizar el odio. El cambio sólo vendrá cuando haya respeto mutuo y mucha educación. Algo que desgraciadamente esta lejos de suceder.