MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 29 de Mayo de 2013

Abortos forzados

 

Quiero comenzar esta columna con unas cifras verdaderamente aterradoras. Según el Departamento de Salud del Gobierno de China, en dicho país a partir de la prohibición de tener más de un hijo, se han realizado 336 millones de abortos y 222 millones de esterilizaciones. Si, estas son las cifras oficiales, en un país donde la verdad se oculta de acuerdo con conveniencia del Gobierno y, naturalmente, del partido; se imaginan cómo serán de aterradoras las cifras reales.

No es posible quedarse indiferente hacia estos números, reléanse y entiéndase bien, ¡336 millones de abortos! ¿Es eso humano? ¿Tiene realmente justificación? Si esto no es un crimen contra la Humanidad, ¿entonces qué es?

Lo que es aún más grave, gran número de estos abortos son forzados violentamente en las mujeres más pobres y humildes, las obreras, las campesinas, quienes no tienen dinero para pagar la costosa multa en caso de un segundo embarazo, prohibido a menos que se page una alta suma de dinero. Estas mujeres son llevadas a la fuerza a un puesto de salud, a donde se les efectúa un aborto sin ninguna consideración,  sin anestesia, o medicamentos, algunas veces esposadas a la camilla, sin importar cuantos meses de embarazo ya han cumplido. No en vano, China tiene la más alta incidencia de suicidios entre las mujeres en edad  reproductiva.

Para un país que predica la total igualdad, el hecho que sus nuevos ricos puedan pagar por tener dos o varios hijos, cuando a los pobres se les niega este derecho básico, es una aberración.

No deja de ser irónico que en los países “desarrollados” de Occidente, algunos grupos que se llaman a sí mismos feministas, luchen desenfrenadamente por obtener el derecho al aborto indiscriminado, cuando en China las mujeres luchan, literalmente a muerte para que se les permita tener un segundo hijo y no las obliguen a abortar.  

Para el Partido Comunista chino, la política de permitir un solo hijo a cada pareja, ha sido un éxito, pues  ha frenado el crecimiento demográfico del país más poblado del mundo. Pero las estadísticas dicen algo bien diferente. La gran disminución de nacimientos ha creado una sociedad que está envejeciendo sin que haya quien la reemplace, o quien la pueda sostener con su trabajo. O sea, no hay suficientes jóvenes para trabajar y sostener tantos ancianos como habrá en un futuro cercano.

También es un problema el aumento desmesurado de la población masculina frente a la femenina, algo que ha causado un grave desequilibrio en la población; esto, debido al deseo tradicional de los chinos de tener hijos varones, por lo cual muchas familias abortan o abandonan a las niñas.

La política de un solo hijo debe ser condenada por las naciones que dicen llamarse “civilizadas”, como una violación más de los Derechos Humanos por parte del Gobierno Chino, tal vez la más grave, pues ataca el derecho mismo de la libre reproducción. Vamos a ver si alguien es capaz de ponerle el cascabel al gato.