Ruedan cabezas en Europa

 

 

La  crisis económica en la eurozona, que amenaza con llevar al mundo a una nueva recesión, ya ha cobrado varias cabezas políticas. La primera fue la del Primer Ministro de Irlanda, luego tuvo que renunciar José Sócrates, de Portugal, y en este “sangriento noviembre” perdieron su empleo, como primeros ministros, Giorgos Papandreu en Grecia, Silvio Berlusconi en Italia, y el presidente José Luis Rodríguez Zapatero en España, cuyo partido, el PSOE, fue estruendosamente derrotado en las elecciones por un “voto castigo” contra su pésima gestión desde el comienzo de la crisis económica, la cual al principio pretendió negar, y luego contrarrestó con medidas ineficientes e insuficientes.

Y digo “sangriento” no sólo por las inmensas pérdidas que han soportado los mercados de valores en este mes, sino también por las dolorosas medidas que los nuevos gobernantes de estos países, endeudados hasta la médula, han tenido y tendrán que continuar implementando para rescatar sus economías e impedir la defunción del euro.

La mayoría de los ciudadanos de los países de la Unión Europea tendrá que aceptar recortes verdaderamente drásticos. Verán anular o sacrificar muchas de las prestaciones y derechos laborales adquiridos en los años de bonanza, algunos dirían de despilfarro de sus riquezas.

Adiós a lujos laborales, como el retiro temprano, de los 60 a los 65 años, las cuatro o más semanas de vacaciones pagadas, la semana de trabajo de menos de 36 horas y otras extravagancias. 

Todos estos lujos, que habían logrado obtener y a los que se habían acostumbrado muchos europeos, serán, después de las reformas, algo del pasado. Habrá también recortes de sueldos y pensiones, sobre todo entre los empleados públicos, y desgraciadamente también recortes en los servicios de salud, educación, alimentación y otros importantes beneficios como guarderías para los hijos de los trabajadores.

¿Hasta dónde podrán los gobiernos apretar a sus pueblos sin constreñir aún más el crecimiento? ¿Hasta dónde resistirán las gentes tantos golpes contra su bienestar? Bien dijo Dilma Rousseff, presidenta de Brasil: no se puede apretar mucho a un pueblo sin tener resultados adversos.

El malestar europeo es patente. Las manifestaciones en contra del manejo de la economía y de la crisis se multiplican a diario. 

¿Será capaz este nuevo grupo de líderes, en su mayoría de corte menos político y más técnico que sus antecesores, de sacar adelante a sus naciones e impedir la caída del euro, sin estrangular a sus pueblos con medidas asfixiantes?

Es claro lo afirmado por Cristine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional: en esta economía global es indispensable que todos los gobiernos del mundo actúen de forma coordinada para evitar un hundimiento de la economía europea, la cual arrastraría a la economía mundial.

Ya es hora de oír a las potencias emergentes como son Brasil, India, Rusia y China. Aun a países como Colombia, Chile, México, las ricas naciones petroleras árabes, Suráfrica y la totalidad de los tigres asiáticos. Si se esperan hasta el último momento, ya no habrá rescate posible y “rodarán cabezas” y economías en todo el mundo.