Bienvenidos los venezolanos
Hoy quiero desearles a quienes me leen y a sus familias una Feliz Navidad, en especial a todos los venezolanos que están lejos de su Patria, ya sea en Colombia, Centroamérica, Estados Unidos o en cualquier nación a donde hayan encontrado un hogar provisional, mientras esperan que la situación en Venezuela mejore y puedan regresar sin peligros, ni amenazas contra su persona, su honra o sus bienes y propiedades.
Los colombianos estamos encantados de recibir a los venezolanos que han llegado a nuestra tierra desde el comienzo del gobierno de Hugo Chávez, especialmente en estos últimos años. Según el Departamento de Inmigración, en el 2010 se aprobaron un promedio de 520 visas de residencia al mes a venezolanos, número que en el 2011 aumentó a 610.
Una inmigración así no ocurría en Colombia desde la terminación de las dos guerras mundiales, en el siglo XX, sobre todo a mediados de los años 40, al finalizar la II Guerra, cuando se hizo un esfuerzo de atraer europeos calificados a nuestro país.
Nos sentimos afortunados de que tantos venezolanos, muchos de ellos muy calificados, hayan escogido a Colombia como su segundo hogar. Ellos han traído sus conocimientos, su energía y tecnología como industriales, científicos, académicos, periodistas, literatos, comerciantes, profesores universitarios y artistas. Todos ellos han llegado a nuestras tierras a invertir, a crear negocios, empresas, comercio y, con ello, empleo. Dura ha sido la pérdida de estas mentes y capacidades para Venezuela, pero para nosotros una afortunada ganancia.
Donde más se nota la positiva influencia de nuestros hermanos es en la industria petrolera. Fue allí donde los empleados de Pdvsa, desde gerentes hasta obreros especializados, todos recién despedidos por Chávez, comenzaron a llegar en el 2005.
Algo que caracteriza a la diáspora venezolana es la preocupación por su Patria, preocupación que de todo corazón compartimos. ¿Cuándo se frenará la “cubanización” de su Venezuela? Y me refiero al empobrecimiento general, el empoderamiento del Estado, la anulación de todas las garantías, libertades y derechos democráticos. ¿Cuándo se acabará el desangre y el despilfarro de sus riquezas a manos de Chávez? ¿Cómo se podrá zanjar la honda división entre venezolanos creada por este hombre y su mentalidad castrista comunista?
Venezuela, antes modelo de cordialidad entre sus gentes, hoy se encuentra peligrosamente dividido. No son pocos, ni leves, los odios que abanderan las diferentes facciones. Chávez logró establecer el odio entre clases, entre razas, entre partidos. ¿Cuánto tiempo se necesitará para sanar las heridas que este régimen ha fomentado?
Hoy nos satisface oír hablar “venezolano” con su musical acento caribeño en todas las ciudades y lugares de Colombia, ya hay puestos de venta de hallacas, pabellón y tostadas en todas partes, ya se ven parejitas colombo-venezolanas compartiendo los libros y los trabajos en las universidades y paseando por los parques. Hoy no hay lugar donde no se encuentre un venezolano y, valga la verdad, que son amables y alegres. ¡Bienvenidos todos!