María Clara Ospina | El Nuevo Siglo
Miércoles, 8 de Octubre de 2014

El ébola en América

 

“Lo que antes parecía lejano ahora es una amenaza real”

¿Está Latinoamérica preparada para prevenir la llegada del mortal Ébola? ¿Si alguien llegara infectado con el virus a nuestra región, estamos preparados para tratarlo y contener el contagio de su enfermedad?

Esta parecía una pregunta retórica hasta hace poco; hoy es una pregunta de eminente importancia. Lo que antes parecía lejano, referente solo a un puñado de países de África Occidental, (Sierra Leona, Liberia, Guinea y Nigeria), se ha convertido rápidamente en una amenaza real para nosotros. La llegada a Houston de Tomas Duncan, un estadounidense contaminado en Liberia, pone de presente cuan expuestos estamos todos, cuan frágiles e ineficientes son los filtros en aeropuertos y aduanas, cuan fácil es trasportar el virus a través de continentes, sin que nadie detenga a su portador.

Duncan y otro hombre ayudaron a una mujer enferma en Liberia; en corto tiempo la mujer y el otro hombre, su hermano ya infectado, murieron. Sin embargo, a los pocos días, Duncan abordo un avión en Monrovia, capital de Liberia, hizo trasbordo en Brúcelas y luego en Washington antes de llegar a Houston, donde se alojó en un apartamento con cuatro personas. A los pocos días, ya enfermo, fue a un Hospital donde, a pesar de informar a la enfermera de que había estado en Liberia, fue regresado a su vivienda con una simple receta de antibióticos. Cuatro días después, en estado grave y altamente contagioso, regresó al hospital donde finalmente fue aislado.

 ¿A cuántas personas contaminó Duncan durante estos días? ¿A los compañeros de los tres aviones que abordó, a los de su apartamento, al personal médico del hospital, a los paramédicos de la ambulancia?

Si esto pasa en un lugar como Houston, donde hay tanta información y tantos recursos han sido invertidos en preparación para evitar que algo así suceda, ¿qué puede pasar en Latinoamérica tan pobre en programas de prevención y en recursos?

Desde 1976, cuando en Zaire ocurrió el primer brote conocido de Ébola, transmitido, aparentemente, por murciélagos selváticos, ha habido unos 20 brotes; sin embargo todos habían sido contenidos en los pueblos rurales donde habían aparecido. Ninguno había avanzado con la rapidez del presente.

En diciembre pasado un niño enfermó en un activo pueblo fronterizo en Guinea. De allí el Ebola se esparció rápidamente por los países vecinos. En julio un hombre contaminado abordo un avión desde Monrovia hacia Nigeria, en el avión vomito; veinte personas de ese vuelo resultaron contaminadas y con ellas llegó el virus a Nigeria, uno de los países más poblados del África. Se piensa que en diciembre habrá más de un millón infectados.

La fácil movilización actual, miles de vuelos entre países y continentes, hacen que un virus pueda “viajar”, como está ocurriendo, con gran velocidad y sin fronteras. Es por eso que nuestra región debe prepararse sin pérdida de tiempo. Personal médico debe capacitarse, protocolos deben entrar en efecto para tratar y aislar a los pacientes, los síntomas deben ser bien explicados a la población y las aduanas deben escrutar los pasaportes de quienes llegan del exterior, para comprobar que no hayan pasado por países infectados.

No hay tiempo que perder, la prevención es nuestra mejor defensa.