María Clara Ospina | El Nuevo Siglo
Miércoles, 22 de Junio de 2016

HILANDO FINO

Timochenko vs. Popeye

 

¿EN qué se diferencian Rodrigo Londoño, alias, Timochenko, de Jhon Jairo Velázquez, alias, Popeye? Yo diría que en poco o nada. Ambos son unos criminales consumados, que fueron por mucho tiempo la mano derecha de otros criminales,  Tirofijo y Pablo Escobar.


Timochenko fue uno de los lugartenientes de Tirofijo, líder de uno de los grupos de bandoleros que ensangrentaron a Colombia durante la época de la violencia partidista. Dicho grupo  se convirtió en las Fuerzas Revolucionarias de Colombia, Farc, de supuesta inclinación marxista. Con los años,  las Farc perdieron su carácter marxista para convertirse en el narco cartel más grande del mundo.


Fue entonces cuando Timochenko, hasta ese momento, jefe de estrategia militar de las Farc en el Magdalena Medio, se transformó en jefe de toda la cadena de narcotráfico: cultivo, procesamiento y distribución de cocaína para ser enviada hacia Estados Unidos, esto de acuerdo al Departamento de Estado norteamericano. Según este mismo organismo, como parte de su trabajo, Timochenko ordenó asesinar, torturar o desaparecer a todo el que se le opusiera, inclusive a campesinos que vendieran su cosecha cocalera a otros distribuidores. Hasta hoy este hombre no ha reconocido las cifras exactas de sus crímenes.

 

Popeye, por su lado,  fue uno de los lugartenientes de Pablo Escobar, jefe del narco cartel de Medellín y el capo más importante que ha existido en Colombia hasta el momento. En su nombre, Popeye mató, según él mismo reconoce, a 300 personas y mandó a matar, secuestrar y torturar a no menos de 3.000 más.


Durante los años ochenta, Escobar y sus secuaces, entre ellos Popeye, controlaron la cadena de producción, procesamiento y distribución de cocaína más grande del planeta. Hasta aquí son claras las similitudes. Dos secuaces, con el mismo trabajo criminal, famosos por varias décadas por sus masacres y fechorías.

 

Sin embargo hoy los negociadores de paz en La Habana pretenden hacernos creer que Timochenko es un idealista, un iluminado comunista, que mató, mandó a matar, secuestrar, violar y torturar por razones revolucionarias que santificaban sus acciones criminales. Por lo tanto, sus crímenes deben ser perdonados sin tener castigo alguno. Además, dentro de poco podrá ser electo al Congreso o a la Presidencia de la República como cualquier ciudadano respetuoso de la ley.

Por su parte, Popeye, luego de pasar unos años en prisión, se ha convertido en un ídolo de las redes sociales. Según el New York Times, sus entradas en You Tube han sido vistas por más de 9 millones de personas. La gente se quiere retratar con él, quieren oír sus historias, saber de sus crímenes.

 

La verdad estos dos hombres son idénticos. Ambos asesinos manchados de sangre y odio, hoy convertidos en ídolos.


¡Este sí que es un mundo al revés! En Colombia, el crimen no solo paga, y con creces, sino que glorifica a los criminales. Para ellos, todos sus crímenes fueron justificados. ¿Y qué de sus víctimas? ¿Y qué del dolor y la devastación que infringieron? Da furia  ver la desfachatez con la que ambos actúan. Criminales que deberían pasar el resto de sus días en la cárcel, andan felices y radiantes gozando de plena libertad.