Acusar sin pruebas
En Colombia, últimamente, es raro el día en que los medios no presenten, con gran despliegue, alguna acusación escandalosa, hecha desde alguna cárcel por un convicto, contra personas honorables, generalmente exfuncionarios de gobiernos pasados.
Lo grave de esto es que a los acusadores no se les exige presentar pruebas sobre la veracidad de sus imputaciones y a la prensa no parece importarle presentar la noticia, sin antes comprobar si tales acusaciones tienen, por lo menos, una pizca de verdad.
Así que cualquier asesino de las Farc, paramilitar, o simple malhechor, condenado, juzgado y sentenciado, puede desde la cárcel lanzar toda clase de chivatazos contra aquellos que ayudaron a capturarlo, juzgarlo, o, de alguna manera, contribuyeron a su condena.
Esta actitud irresponsable y amarillista de los medios es verdaderamente vergonzosa, si no ilegal.
La función del periodista es informar con seriedad, llevar al público hechos comprobados, investigaciones serias. Pero lo que está de moda, en algunos medios, es presentar noticias escandalosas sin algún soporte, sólo por vender prensa, llenar espacios, o, peor aún, crear zozobra.
En algunos casos, el propósito es político, sin lugar a dudas, y la intención es simple y claramente la difamación de un personaje o político enemigo escudándose tras el derecho de libre información que tiene la prensa.
Acabar con la honra de una persona es muy fácil. Reparar esa honra es casi imposible, así se presenten toda clase de pruebas que ampliamente desmientan una acusación.
Naturalmente, los enemigos de aquellos que son difamados aprovechan la oportunidad para clavar más el puñal, deshonrar y hacer toda clase de cábalas sobre la noticia, sin presentar pruebas.
Este es el caso de las recientes acusaciones del jefe paramilitar Mancuso contra el expresidente Uribe y otros funcionarios de su gobierno. Desde una cárcel en EE.UU. este criminal acusa a Uribe, pero no da prueba alguna de lo que dice.
Inmediatamente, enemigos acérrimos de Uribe secundan a Mancuso y buscan la manera de excusar la falta de pruebas. Iván Cepeda, por ejemplo, asegura que es por miedo a represalias. Y así, todo el corrillo de la izquierda furibunda trata de presentar como verdaderas las declaraciones de Mancuso, o cualquiera que acuse a Uribe, su gran enemigo.
A mí que me den pruebas. No voy a tragar entero y creo que nadie lo debe hacer. Los colombianos debemos exigir pruebas de lo que dicen estos asesinos, que después de matar, secuestrar, torturar y traficar con vidas humanas y drogas por años, ahora acusan desde las cárceles.
Admiro a los periodistas que se juegan la vida todos los días por descubrir la verdad, por traernos noticias importantes, que hacen historia. Admiro a aquellos que destapan ollas podridas aun corriendo el riesgo de perder sus vidas. Pero aquellos amarillistas que sólo buscan la chiva sensacionalista a costa de la honra de alguien, deben ir a la cárcel como vulgares difamadores.