Mario González Vargas | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Septiembre de 2015

Recuerde a Chamberlain

 

LA  decisión del Consejo Permanente de la OEA de obstaculizar la convocatoria de una reunión de ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros para examinar la tragedia humanitaria provocada por la deportación masiva de colombianos desde Venezuela, en flagrante violación de toda normatividad interna e internacional, escandalizó a la opinión porque constituyó evidente desconocimiento de los principios que rigen a la Organización. Sin embargo, es el reflejo del triste estado por el que atraviesa la OEA después de 10 años de gestión del secretario Insulza, elevado a esa posición por el entonces presidente Chávez. La Cancillería y el embajador colombianos pecaron de ingenuos y desentendidos al ignorar las mecánicas internas que desde entonces mueven a la OEA y que han provocado el continuo decaimiento de la Organización.

Esa derrota diplomática tiene un costo que no podía acrecentarse con la presencia de Colombia en la reunión de Unasur. Tuvo que retractarse el Gobierno de la malhadada iniciativa de activar un escenario hostil a Colombia. Despertó así, tardíamente, a la realidad de una situación que desnuda el descuido de una Cancillería totalmente ajena al realineamiento que se ha venido produciendo en el continente y a las nuevas solidaridades que genera.

Colombia necesita convenir una estrategia para manejar una situación de emergencia que, sin embargo, tiene vocación de perdurar, porque está íntimamente ligada al desesperado esfuerzo del régimen chavista de sobrevivir a sus garrafales errores y a sus constantes atropellos a los más elementales derechos de sus ciudadanos. Y no podrá construirla si se persiste en la política de apaciguamiento frente a insultos y vejámenes del Gobierno venezolano.

Es hora propicia para replantear la utilidad de la facilitación de Maduro y los suyos en La Habana, como también es tiempo de considerar el retiro de Colombia de Unasur. La ofensiva internacional que inicia Colombia no puede acompañarse de rendición anticipada ante la posible cumbre con Maduro, expresada por la Canciller al afirmar que “no estamos buscando ni sanciones ni condenas a Venezuela”. Atolondrada y temerosa respuesta que sugiere que, además de la humillación, indemnizaremos al Gobierno venezolano por violentar la dignidad.de los colombianos. Ninguna política exterior exitosa puede adelantarse con temor. 

Claridad en los objetivos y firmeza en la actitud son instrumentos fundamentales para el restablecimiento de los derechos de las víctimas. En esta coyuntura, el presidente Santos, admirador de Churchill, no puede ignorar las consecuencias de su reiterada actitud de apaciguamiento. Que recuerde a Chamberlain