Mario González Vargas | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Abril de 2016
Paz sin narcotráfico
 
El procurador Ordóñez solicitó la convocatoria urgente del Consejo Nacional de Estupefacientes para examinar el aumento de los cultivos de coca en los últimos años y poner en marcha una política que enfrente exitosamente esa situación. Todas las estadísticas señalan el dramático aumento de esos cultivos y el de la producción y exportación de cocaína, estimulado por la disminución de la erradicación y potenciado por la suspensión de la fumigación aérea decretada hace un año. Esa decisión explica el fortalecimiento de guerrillas y bandas criminales, socias en actividades de tráfico y cómplices en acciones delictivas contra la población civil y la Fuerza Pública. Hoy, el Gobierno habla de aspersión manual, como si el acceso a esas áreas, desprovistas de presencia militar o policial del Estado, no estuviera sembrado de minas y resguardado por contingentes armados. Cada hectárea nueva sembrada de coca se traduce en más violencia, más consumo y más muertes, ante la creciente impotencia del Estado para someter al crimen organizado. Ya no nadamos en coca, nos ahogamos en ella. 
 
El Gobierno cree que concurriendo a foros internacionales sobre drogas encontrará la fórmula mágica que asegure la desarticulación y derrumbe de los imperios cocaleros de las Farc, del Eln y de las bandas criminales. Mientras tanto, estas organizaciones acrecientan su poder y su riqueza, amparadas por las omisiones de un Gobierno inclinado a creer en las descaradas manifestaciones de indigencia cínicamente expresadas por las Farc. 
 
La paz no se construye engañándose y engañando a los colombianos sobre las verdaderas dimensiones y estructuras del narcotráfico, ni ella puede conseguirse sin el desmantelamiento  de todas las organizaciones delictivas que derivan su poder de la producción y tráfico de estupefacientes. Ello no puede ser objeto de negociación porque concesiones en esta materia nos condenarían a una nueva espiral de violencia. Ya el Procurador alertó el año pasado sobre la relación que pudo tener la eliminación de la aspersión aérea y la disminución de la erradicación de los cultivos de coca con las negociaciones de la Habana. Hoy esa sospecha se confirma con lo expresado por el informe del Departamento de Estado al Congreso de los Estados Unidos: “el enfoque de erradicación forzada de la coca constituye un componente principal de los planes en evolución del gobierno colombiano para la implementación de un eventual acuerdo de paz con las Farc”. 
 
El país clama por una paz sin narcotráfico. De no entenderlo así, el Ministro Reyes despertaría inquietudes en su aspiración a la dirección de la Fiscalía.