MARTA LUCÍA RAMÍREZ | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Marzo de 2013

Innovación, clave para industria y trabajo

 

“Es una práctica que nos compete a todos”

En el lanzamiento del libro Colombia frente a los indicadores mundiales de la Coalición para la Promoción de la Industria Colombiana, además de evidenciarse el consenso en la necesidad de una política industrial que impulse el desarrollo del sector manufacturero, que es el que genera mayor aporte al valor agregado y encadenamientos productivos, se insistió en la importancia de la innovación como un impulsor del desarrollo económico.

Así, José Guillermo García (decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional) nos recordó que la innovación no es solo un asunto concerniente a las empresas, sino que nos atañe a todos: Gobierno, academia, ciudadanos; porque la misma no solo tiene que ver con la creación de nuevos productos con mayor valor agregado, sino  también con la generación de nuevas ideas y prácticas que mejoren el nivel de vida y aumenten el desarrollo de las sociedades.

Entonces, por un lado, la innovación en productos y procesos es fundamental en la elaboración de bienes de mayor valor agregado que permitan una mejor inserción del país en el mercado internacional, con una oferta diversificada y con mayores niveles de sofisticación. Y en esto el esfuerzo de los empresarios es esencial, ya que las prácticas de innovación comienzan en el ambiente mismo de trabajo.

Juan Carlos Barahona, profesor del Incae en Costa Rica, muestra que una de las claves de la innovación está en el desarrollo y fortalecimiento de redes, ya que la interacción de personas, grupos y organizaciones interconectadas (que pueden ser los mismos departamentos de una empresa) permite el choque e intercambio de ideas, lo que genera innovación y el incremento del stock de conocimiento. Esto refuerza lo que hemos venido mencionando respecto a la necesidad  de desarrollar cadenas productivas, de lograr la interconexión de varios sectores de la economía para producir, generar valor agregado, poner los bienes en el mercado y crear procesos de innovación. También hemos afirmado la importancia de impulsar aquellos sectores capaces de establecer diversos encadenamientos aguas arriba y aguas abajo, como la mayoría de las ramas industriales.

Ahora bien, también son de suma importancia los procesos de innovación encaminados a crear conocimiento aplicado para generar beneficios directos a la comunidad. En este sentido, Medellín se ha convertido en un ejemplo al ser declarada como la Ciudad Innovadora del Año, quedando por encima de Tel Aviv y Nueva York, gracias a los innovadores proyectos de infraestructura dirigidos a incrementar la inclusión social, eliminar las barreras entre sus habitantes y reducir los niveles de violencia, además de solucionar problemas de movilidad y sostenibilidad ambiental. El metro, el metrocable, las escaleras eléctricas de la Comuna 13, las bibliotecas públicas en los barrios más desfavorecidos como el Parque Biblioteca España, proyectos financiados con asociaciones público-privadas como el Parque Explora, son ejemplos de arquitectura en función del desarrollo.

No cabe duda de que la innovación es un componente fundamental del desarrollo económico y social que nos compete a todos y por lo mismo es esencial generar una cultura de la innovación, promoverla desde los programas educativos, desde las dinámicas propias de las empresas que deben sistematizar sus procesos de innovación con el fin de hacerlos más eficaces, así como crear y robustecer sus redes al interior y por fuera de la organización para fortalecer la colaboración, la generación de conocimiento y de nuevas ideas que proporcionen mayor valor agregado a sus productos, aumenten la competitividad y generen mayores oportunidades de empleo. Por su puesto, el Estado debe ser un impulsor de iniciativas. No olvidemos que la innovación nos compete a todos. 

*Con colaboración de Angélica Giraldo Durán