Mauricio Botero Montoya | El Nuevo Siglo
Lunes, 28 de Septiembre de 2015

De las religiones y la política

Cuba que se había declarado Estado ateo, desde el año 1992, encontró prudente pasar a ser apenas Estado laico tras la hecatombe de la URSS. Necesitó con desespero la ayuda internacional de la Santa Sede. Su catolicismo robusto y fuerte seguía entonando  y aun bailando canticos a la Virgen de la Caridad del Cobre a pesar de la persecución. La propia Santería afrocubana  es un sincretismo entre las divinidades primitivas y el santoral romano. En el resto del continente incluso hay formas más antiguas de animismo como las del colombiano clandestino Nicolás Maduro que barrunta ver en un pájaro la reencarnación del comandante Chávez. Debe ser sin duda un animal de cierto tamaño.

El cristianismo fue comunista hasta el siglo IV pero no correspondía al actual que lo haría derivar de un determinismo económico, sino al Kerigma “si sois copartícipes en la fe que es incorruptible ¿cuánto más no lo seréis en las cosas materiales que son corruptibles?”.  En Europa del siglo XIX y XX en los países católicos romanos como Italia, Francia, España, y parte de Alemania prosperaron los partidos comunistas , no así en los países protestantes, ni en Inglaterra por donde debería empezar la revolución socialista según Marx. Esa impronta religiosa contraria al “torpe lucro” lo diferenció del capitalismo que hizo del lucro una virtud. Como se puede ver es un asunto aún no resuelto, ya que el capital tiende a concentrarse como lo predijo Marx, y el planeta comienza a mostrar cansancio del asunto. Aunque hoy se impuso como modelo mundial, el capitalismo con seguros sociales.

Los jesuitas fundados como orden cuasi militar para enfrentar al protestantismo devinieron en la vanguardia metafísica de la Iglesia. Y optaron por la educación estricta que producía frutos en el manejo de los distingos, precisiones y matices del pensamiento. En suma forjaron un manejo de la inteligencia, la memoria (prácticas nemotécnicas que otros olvidaron) y la voluntad. Esto no castraba a sus alumnos como lo demuestra su discípulo Voltaire o el propio Fidel Castro quien recibió del Papa Francisco un libro de un jesuita que en Cuba lo había educado y  lo llevaba a excursiones. El dictador, dicho sea de paso, se conmovió mucho. En Roma no faltan los que opinan que esa educación es una fábrica de producir ateos. Por lo pronto tras el Vaticano II, los jesuitas optaron por comprometerse con el sector más pobre de la población mundial, creen que ese es el asunto más grave de nuestra época. Pero procurando no identificarse con los demagogos ni los populistas cleptocráticos tipo Maduro o los Kirchner en Argentina que no le pasaban al teléfono al obispo Bergoglio. Ni le concedían audiencia.